Juan Carlos Fonseca Mata (Wiki Commons: CC BY-SA 4.0) (foto sin cambios)
La imagen de la Virgen de Guadalupe, considerada uno de los íconos religiosos y culturales más importantes de México, es actualmente de dominio público. Este estatus permite su uso libre por parte de cualquier persona, siempre que se respete su carácter sagrado y no se utilice de manera ofensiva o denigrante. Sin embargo, el camino hacia esta condición estuvo marcado por disputas legales, comerciales y culturales que revelan la complejidad de proteger un símbolo tan arraigado en la identidad mexicana.
En 2002, el empresario chino Wu You Lin sorprendió al registrar los derechos comerciales de la imagen ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI). Por una suma de apenas 2,112 pesos, obtuvo el control legal para usar la imagen en productos relacionados con la categoría de juguetes, artículos deportivos y otros bienes comerciales. Durante este periodo, incluso las congregaciones religiosas necesitaban autorización para emplear la imagen en sus actividades.
Al suceder este hecho se generó una fuerte reacción por parte de la opinión pública, que cuestionó cómo un símbolo tan importante había quedado bajo el control de un particular. Ante la presión social, la Basílica de Guadalupe intervino en 2003, adquiriendo los derechos de Wu You Lin para evitar más controversias. Posteriormente, estos derechos fueron cedidos a María Teresa Herrera Fedyk, quien afirmó haber comprado previamente la titularidad a Othón Corona, otro supuesto propietario.
Esta cadena de ventas y transferencias de derechos sobre la imagen planteó importantes interrogantes sobre el manejo de los símbolos culturales y religiosos en el ámbito comercial. Finalmente, en 2012, los derechos de explotación comercial caducaron, y la imagen volvió a ser de dominio público. Esto permite su uso por parte de cualquier persona, sin necesidad de autorización, siempre que se respeten los valores culturales y religiosos que representa. No obstante, las obras derivadas, como esculturas o interpretaciones artísticas basadas en la imagen, pueden estar protegidas si cumplen con los criterios de originalidad establecidos por la ley.
La Basílica de Guadalupe, centro religioso ubicado en el Cerro del Tepeyac en Ciudad de México, es otro elemento clave en esta historia. Aunque su administración corresponde al sacerdote Efraín Hernández Díaz y su uso está dedicado al culto público, su propiedad pertenece a la nación mexicana. Según la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, los templos considerados bienes históricos o artísticos son propiedad del estado, reforzando así su carácter como patrimonio colectivo.
Más allá de las controversias legales, la Virgen de Guadalupe sigue siendo un símbolo unificador para millones de mexicanos y creyentes en todo el mundo. Cada 12 de diciembre, la Basílica recibe a millones de peregrinos que rinden homenaje a la "Morenita del Tepeyac".
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