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Si algo dejó de experiencia al mundo el caso de la entrada de Huawei a la lista negra de Estados Unidos, es a no depender de un solo proveedor de sistemas operativos. La condición de rehenes que un gran número empresas mantienen con sus proveedores de software significa padecer del síndrome de Estocolmo en el mundo corporativo, concepto acuñado por Edenize Maron, gerente general para Latinoamérica de Rimini Street.
El síndrome de Estocolmo es el padecimiento psicológico en el que una persona es sometida a intimidación, desarrolla empatía o incluso algún sentimiento romántico por su agresor. Partiendo de la definición médica, la analogía se traslada al mundo corporativo: un ecosistema empresarial que desarrolla una relación compleja hacia el campo de las Tecnologías de la Información (TI).
Para entender la compleja relación empresa-proveedor de software, es necesario poner la cámara en retrospectiva, con exactitud en los 90, época en la cual la oferta de sistemas se consagró como el área reservada a pocos. Al pasar el tiempo, la concentración del mercado de los "gigantes de la tecnología", le permitió a este sector establecer sus propios contratos de prestaciones de servicios no favorables hacia los clientes con la finalidad de mantenerlos en la agenda. En términos sencillos, para convertirlos en cautivos de su servicio.
Con clientes asustados a la expectativa de cambios, el terreno de los dominantes fue doblando en tamaño para lograr una mayor expansión. Hoy, el término exacto es monopolio. Asimismo, el sector, a través de auditorias extensas, impone multas altas a clientes que se encuentran constantemente en problemas para acceder a los costos de mantenimientos y soporte de operaciones del TI.
La actualidad y la transformación digital han permitido que el panorama cambie. En el mundo sin absolutos, la innovación ha permitido romper los patrones establecidos. Si bien los CEOs de hoy ya reconocen a TI como necesarias de expertisse, de manera integral los líderes toman protagonismo. Los departamentos de sistemas anticuados han evolucionado a áreas activas, necesarias y esenciales para permitir el crecimiento de los nuevos modelos de negocio donde las vías digitales son las de mayor remuneración, por ende los nuevos departamentos de sistemas obedecen a microservicios alineados a las necesidades del negocio.
Una propuesta tentadora de Maron para exponer sobre el reconocimiento del comportamiento de los monopolios define la urgencia por reconocer patrones parecidos a los del síndrome de Estocolmo: "Es real, hay alternativas viables fuera de tu burbuja. Recuerda una cuestión básica: los buenos proveedores son socios, y no agentes de intimidación. Libérate ya. También en el mundo corporativo, la vida es mejor en libertad".
Iniciar el camino de la desvinculación es necesario para evitar, como negocio, convertirse en rehenes y lograr la transformación digital. En la actualidad, ya existen modelos de servicios de sistemas fuera de los monopolios que ofrecen soluciones para todo tipo de negocio.
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