Ciudad de México,
Judith Moreno
Crédito foto: Judith Moreno (NotiPress)
Niños menores de cinco años en comunidades rurales de alta marginación continúan presentando anemia, desnutrición y rezago en su desarrollo desde los primeros días de vida. Así lo expuso Paulina Garza, directora de Desarrollo Institucional de Un Kilo de Ayuda, durante su participación en la presentación del Informe Anual de Ayuda Humanitaria 2025 de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el 26 de noviembre en Ciudad de México.
En entrevista para NotiPress, Garza explicó que este modelo de intervención se centra en los primeros mil días —desde el embarazo hasta los dos años—, donde el impacto de la desnutrición puede generar consecuencias neurológicas irreversibles. "La anemia es uno de los problemas más escondidos en México y en la primera instancia es sumamente grave", señaló. El programa se basa en visitas comunitarias, evaluación del entorno familiar y diagnóstico de condiciones como insuficiencia de hierro, obesidad o retrasos físicos y cognitivos.
Además, el enfoque incluye acompañamiento a más de 23 mil menores y 21 mil cuidadores en siete estados del país. A través de diez centros de desarrollo infantil, los equipos se trasladan hasta tres horas para acceder a zonas apartadas, como Tehuantepec, Pinotepa Nacional o Yajalón. En estas rutas, además de barreras de infraestructura, enfrentan riesgos por la presencia de grupos delictivos. A pesar de ese contexto, la operación se mantiene activa mediante vínculos generados con las comunidades atendidas.
Garza describió las condiciones que enfrentan muchas familias en estas regiones, entre ellas, la sustitución de leche por bebidas como café o refresco, debido a limitaciones económicas o culturales. "Lo que nosotros observamos en comunidad es que siguen existiendo temas de carencias en la alimentación de acuerdo a cómo se mide la inseguridad alimentaria. Una es una carencia de cantidad y otra cosa es carencia de calidad", afirmó.
Cada familia recibe hasta 16 visitas anuales para evaluación, seguimiento y formación en salud, nutrición y prácticas de crianza. Parte de la estrategia consiste en detectar deficiencias antes de que afecten de forma permanente el desarrollo del menor. El modelo también se apoya en alianzas con autoridades estatales y municipales para facilitar el acceso a las comunidades. Un ejemplo es el programa de Desarrollo Integral de la Familia en el Estado de México (DIFEM), dirigido a mujeres embarazadas.
Respecto a esa colaboración, Garza detalló que la participación del gobierno no siempre implica recursos financieros, sino también logística y coordinación. "Localmente hablando, nos hemos apuntado a una voluntad genuina por contribuir y colaborar, no necesariamente de manera monetaria, sino en facilitarnos la entrada a las comunidades", declaró.
El proyecto continúa operando en contextos donde persisten limitaciones estructurales, con un enfoque centrado en la etapa más crítica del desarrollo infantil. Las acciones buscan mitigar daños desde el origen, con participación comunitaria y respaldo técnico en territorio.