El problema ético y de derechos humanos de las bases de datos de ADN

Casos como los de Xinjiang y la frontera de Estados Unidos exponen los riesgos de los datos

Recientes tecnologías como los bancos de ADN e información biométrica son usadas por algunos gobiernos y compañías con fines que violan los derechos humanos

Los avances tecnológicos han servido de herramientas para ayudar a los seres humanos a superar las adversidades de la naturaleza como enfermedades y desastres naturales, pero todo avance representa un impacto en otras áreas. La reciente tecnología de identificación por factores biométricos alerta sobre un peligro para los ciudadanos de usarse con otros fines a los propuestos. Las bases de datos de ADN plantean un problema ético y de derechos humanos.

En un estudio publicado el 3 de diciembre de 2019 por la revista Nature, Yves Moreau, biólogo computacional especializado en genética humana destacó lo que podría convertirse en una de las más grandes problemáticas en el siglo XXI: La filtración o venta de información biométrica por parte de las empresas a gobiernos, un hecho de violación a los derechos humanos.

Al hablar de bases de datos de ADN es casi obligatorio mencionar al gobierno chino como centro de críticas por presuntamente violar los derechos humanos así como ser considerado la más grande y compleja violación a los derechos humanos del siglo XXI al utilizar lo último en reconocimiento facial y las bases de datos para identificar a minorías musulmanas.

Investigaciones y miles de llamados de ONGs han pedido ayuda para detener el genocidio cultural de al menos un millón de personas que se encuentran en campos de concentración en Xinjiang, aunque se estima sean más de 3 millones los afectados, aproximadamente el 30% de la población musulmana en China.

Otro de los casos en el uso poco ético de estas tecnologías fue la autorización para la recolección de muestras de ADN de inmigrantes en custodia federal cerca de la frontera de estadounidense, una medida aprobada por el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos.

Por supuesto, la culpa no es sólo de los gobiernos sino de la falta de leyes y regulaciones para las empresas que invierten en tecnologías de perfiles de ADN, siendo empresas estadounidenses y europeas las mayoritarias en el mercado.

"Todos nosotros debemos tener cuidado de un mundo en el que nuestro comportamiento, información financiera y datos biométricos, incluidos nuestros perfiles de ADN, o hasta nuestras secuencias del genoma, están disponibles para las empresas", escribió Moreau.

Para el caso de México, en septiembre de 2019, Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, presentó la iniciativa ante el Congreso local para la creación de un banco de ADN de uso forense. La finalidad principal es facilitar las investigaciones de delitos sexuales, secuestros y feminicidios.

Aunque se confirmó, solo se se utilizará para la identificación de agresores sexuales y feminicidas, este banco de datos está limitado a las autoridades facultadas y debe discutirse y regularse un base de datos de esta magnitud para asegurar que la información de las víctimas sea usada adecuadamente, ya que se carece de ella.

De acuerdo a Moreau, las discusiones en todos los países y gobiernos del mundo que planean o utilizan la tecnología de bases de datos ADN, deberían orientarse no a si debe o no usarse, pues es un hecho que está pasando, sino a pensar en cómo asegurar la información de los ciudadanos para prevenir la filtración