Familias de carpinchos se instalan en el Club Náutico San Isidro. Crecen las dudas sobre su impacto, salud y expansión territorial
El Club Náutico San Isidro experimenta una convivencia inesperada: carpinchos entre botes, jardines y canales. Durante el último verano, los socios comenzaron a notar la presencia de estos animales, pero hoy ya se ven familias enteras desplazándose con naturalidad. Videos y fotos compartidos en grupos de WhatsApp evidencian, los roedores han ganado territorio dentro del predio, donde incluso se los ha visto ingresar a la pileta.
Desde la administración del club reconocieron que la población creció de forma exponencial en los últimos meses. Aunque colocaron un cerco perimetral en el área de la pileta, en el resto del espacio los animales circulan sin restricciones. En palabras de los responsables del club, no planean medidas adicionales: consideran, los carpinchos están en su hábitat natural.
Pese a la Dirección de Flora y Fauna de la provincia no recibió denuncias formales, el Gobierno bonaerense recordó que los carpinchos están protegidos por ley. Cualquier acto de caza o agresión puede ser penado con hasta tres años de prisión, aunque no está tipificado, ocurre en casos de hostigamiento o maltrato. El artículo 265 del Código Rural incluye como caza cualquier acción que persiga o capture animales silvestres.
Vecinos y socios del club se muestran divididos: algunos celebran esta convivencia atípica, mientras otros expresan preocupación. Circulan dudas sobre enfermedades, ataques y posibles consecuencias de su reproducción descontrolada. Sin embargo, especialistas consultados descartan riesgos reales: no hay registros de enfermedades transmitidas por carpinchos ni ataques a personas.
Rubén Quintana, investigador del Conicet, explicó, los carpinchos no llegaron sino que volvieron. Estos animales habitan históricamente los humedales del Río Luján y la cuenca del Paraná, un ecosistema que abarca 17.500 kilómetros cuadrados. La expansión urbana de las últimas décadas los desplazó, pero la reducción de amenazas y la cercanía al agua favorecieron su retorno.
Tal transformación del entorno, la baja presión de caza y la abundancia de alimento generaron condiciones ideales para su reaparición. Según Quintana, no tienen depredadores naturales en el delta: el yaguareté y los yacarés ya no están presentes, y las aves de rapiña rara vez cazan adultos. El ser humano fue su principal amenaza, tanto por la caza para la industria del cuero como por la modificación de su hábitat.
En Nordelta, donde el fenómeno se adelantó algunos años, se aplicó una estrategia de control poblacional con resultados prometedores. El Gobierno provincial habilitó una vacuna anticonceptiva llamada GonaCon, que inhibe la fertilidad por un año. La droga, ya utilizada en caballos y animales de granja, demostró una efectividad del 100% en estudios previos realizados en Brasil.
No se ha considerado aplicar el mismo plan en San Isidro ni en otros puntos donde los carpinchos reaparecieron. De momento, no hay censos ni estadísticas oficiales que determinen cuántos ejemplares hay en la zona. No obstante, el caso de Nordelta da una pista: allí la población de carpinchos creció un 100% en un solo año, según informaron voceros del barrio privado.
Sin que sea un día festivo para contemplar a estas hermosas criaturas. Los carpinchos hoy forman parte de un paisaje único y gratuito, sin rejas ni entradas como en los zoológicos o estancias privadas
Los carpinchos no solo regresaron a Nordelta y San Isidro: también se han avistado en Tandil, la Costanera de Buenos Aires y otras zonas ribereñas. Su comportamiento gregario y su capacidad de adaptación los convierten en una especie altamente resiliente. Según Germán Hansen, especialista en conservación de la Fundación Temaikèn, su ecología generalista les permite asentarse en áreas urbanas si hay agua y alimento.
A futuro, la pregunta no es si los carpinchos seguirán expandiéndose, sino cómo se regulará esa convivencia. Mientras tanto, siguen caminando entre embarcaciones, bordeando piletas y comiendo pasto frente a vecinos que los observan entre la fascinación y la inquietud. Su presencia, más que una curiosidad, es síntoma de un proceso ambiental merecedor de atención.