Dinamarca enfrenta a EE. UU. tras revelarse intentos de injerencia en Groenlandia, un capítulo inesperado en la disputa por la isla ártica
Una inesperada tensión diplomática sacudió la relación entre Dinamarca y Estados Unidos después de que el ministro de Asuntos Exteriores, Lars Løkke Rasmussen, convocó al encargado de negocios Mark Stroh. El motivo fue un reporte difundido por la emisora pública DR, el cual expuso la presencia de ciudadanos norteamericanos en Groenlandia con intenciones de fomentar un movimiento secesionista favorable a Washington.
Por tal motivo, el jefe de la diplomacia danesa declaró que "cualquier intento de interferir en los asuntos internos del Reino de Dinamarca será, por supuesto, inaceptable". En paralelo, el servicio de inteligencia PET advirtió sobre "diversas campañas de influencia" diseñadas para generar discordia entre Groenlandia y Dinamarca mediante desinformación o agentes operativos. Según el organismo, se fortaleció la cooperación con autoridades locales y se amplió la presencia en el territorio ártico. Recordando, Groenlandia es una isla en la zona nororiental de América del Norte, entre el océano Atlántico y el océano Glacial Ártico, políticamente constituida como una nación constituyente del Reino de Dinamarca.
El informe de DR detalló la visita de un ciudadano estadounidense a Nuuk, capital groenlandesa, con el objetivo de elaborar un listado de simpatizantes de la independencia vinculada a intereses de Estados Unidos. Esta revelación se suma a antecedentes publicados en mayo por el Wall Street Journal, donde se indicó que agencias estadounidenses buscaban información sobre movimientos independentistas y recursos minerales estratégicos.
Los acontecimientos recientes se inscriben en un historial de fricciones. En marzo, líderes groenlandeses reaccionaron con firmeza ante las visitas programadas por la segunda dama Usha Vance y el asesor de seguridad nacional Mike Waltz. El entonces primer ministro saliente, Mute Egede, calificó dichas iniciativas como agresivas, mientras Donald Trump insistía en la necesidad de controlar el territorio ártico por razones de seguridad internacional.
Durante ese mismo mes, el vicepresidente JD Vance realizó una visita a la base de Pituffik, bajo control estadounidense desde la década de 1950. Allí declaró: "Lo que creemos que va a pasar es que los groenlandeses van a elegir, a través de la autodeterminación, independizarse de Dinamarca y entonces vamos a tener conversaciones con el pueblo de Groenlandia". Sus declaraciones fueron acompañadas por críticas directas hacia Copenhague por un supuesto déficit en inversión para la seguridad de la isla.
Sin embargo, los sondeos reflejan un panorama distinto al descrito por las autoridades estadounidenses. Una encuesta realizada en enero indicó que cerca del 80% de la población respalda la independencia respecto a Dinamarca, aunque un 85% rechazó la posibilidad de integrarse a Estados Unidos. El actual líder Jens-Frederik Nielsen enfatizó en mayo: "No pertenecemos a nadie más. Decidimos nuestro propio futuro".
Expertos señalan que la medida adoptada por Rasmussen marca un gesto poco común en la diplomacia danesa. El profesor Jens Ladefoged Mortensen, de la Universidad de Copenhague, describió la citación como una "tarjeta amarilla diplomática" sin precedentes en la relación bilateral entre ambas naciones.
Además de los episodios políticos, surgieron repercusiones económicas. La compañía danesa Ørsted, responsable del parque eólico Revolution Wind en Rhode Island, recibió una orden de suspensión desde Washington cuando el proyecto registraba un avance del 80%. Tras esa decisión, las acciones de la empresa descendieron 16%, reflejando las tensiones generadas alrededor de un sector estratégico para Dinamarca.
La convocatoria de Rasmussen muestra cómo Groenlandia se convirtió nuevamente en el centro de una disputa internacional. Entre recursos minerales, rutas árticas y bases militares, la isla continúa siendo un escenario donde se cruzan intereses globales y donde la diplomacia enfrenta desafíos que aún no tienen un desenlace claro.