Investigación sobre jóvenes israelíes y palestinos muestra cómo el conflicto político impacta las relaciones familiares y el comportamiento de los menores
Las familias expuestas a la guerra y la violencia política presentan mayores niveles de agresividad entre sus integrantes, lo que impacta directamente en la vida emocional, social y conductual de los menores, incluso después de que cese el conflicto armado. Así lo demuestra una investigación reciente de la Universidad de Michigan (UM) publicada en la Revista Internacional de Desarrollo del Comportamiento.
Con datos recolectados entre 2007 y 2015, el estudio siguió a más de mil jóvenes israelíes y palestinos de 8, 11 y 14 años. Según los investigadores, se trata de la primera prueba intercultural integral que documenta cómo el estrés derivado del conflicto político se transmite al sistema familiar y moldea el desarrollo infantil. "El trauma altera las interacciones y la dinámica familiar, creando interacciones duras y agresivas que transmiten el daño a todo el sistema del hogar", afirmó Paul Boxer, investigador del Instituto de Investigación Social de la UM.
De acuerdo con el autor, "la exposición al conflicto actúa como una fuente de estrés real y persistente, e incrementa la agresividad entre los padres, como los golpes, los gritos y otras formas de combate; a su vez, esto aumenta el uso de formas severas de disciplina con sus hijos y, en última instancia, las tendencias del niño a comportarse de manera agresiva".
Boxer señaló que "desde hace tiempo nos interesaba cómo las experiencias con la violencia afectan a los niños y las familias, pero no habíamos tenido la oportunidad de estudiar este tema en condiciones de violencia persistente e intensa".
Los investigadores observaron que los efectos del conflicto armado no se detienen en los espacios públicos. "Incluso años después de que la amenaza inmediata haya pasado, sus repercusiones psicológicas y relacionales pueden tener un impacto en las familias", indicaron, al subrayar cómo estas circunstancias afectan los vínculos entre padres e hijos.
Durante el periodo del estudio, el conflicto israelí-palestino causó cerca de 5,500 muertes, de las cuales el 21% correspondía a menores. En ese contexto, Boxer declaró: "Ha sido sorprendente observar cómo la violencia interétnico-política afecta realmente a todas las áreas de la vida de un niño".
Aunque el trabajo de campo concluyó una década antes de la actual escalada de violencia en Gaza e Israel, los investigadores consideran que sus hallazgos siguen siendo pertinentes. "La actual escalada de violencia probablemente intensificará los procesos de estrés a nivel familiar documentados en nuestros datos", indicaron.
El estudio propone intervenciones a múltiples niveles que incluyan tanto factores macroeconómicos como aspectos familiares. "Nuestros hallazgos justifican claramente la necesidad de que dichos programas incluyan actividades y enfoques que, en la medida de lo posible, se centren en las relaciones conyugales y las prácticas de crianza", explicó Boxer. Agregó que dichos programas deberían "involucrar a familias enteras en los servicios y no solo a los niños".