El tomate es el tercer producto agrícola de exportación en México, sólo después de la cerveza y el aguacate. A nivel nacional, uno de cada dos tomates consumidos son de origen mexicano. En consecuencia, el cultivo de tomate en México es uno de los pilares económicos y mayores fuentes de trabajo. Tras la difícil temporada que atravesó la industria en las negociaciones con el Departamento de Comercio de Estados Unidos para continuar con su exportación y negociación de aranceles, la industria tomatera accedió a revisiones aduanales.

La posición del tomate en el mercado estadounidense per cápita ha pasado de 12 libras durante principios de los 80 a un promedio de 21 libras entre 2010 y 2017, por lo que su posición y consumo ha ido en incremento. Para continuar con la promoción del producto agrícola mexicano, el Departamento de Comercio estableció tres condiciones a los agricultores mexicanos para continuar con la exportación del tomate.

Toda la exportación de tomate mexicano, de toda variedad que quiera cruzar la frontera a Estados Unidos será sometida a revisión. Las revisiones se llevarán a cabo con fines del cumplimiento de los requisitos fitosanitarios para las hortalizas, El fruto debe cumplir con los siguientes lineamientos: debe estar maduro, no sobremaduro ni suave, debe estar limpio y de buena forma, sin daños externos como pudrición, congelamientos, daños por el sol, cortaduras o rasgaduras, no debe tener insectos, ni contener enfermedades, deben estar unidos al tallo de mínimo 5 centímetros, el cual también debe estar libre de hongos, pudrición o cualquier daño obvio.

Como parte de las buenas prácticas agrícolas, el cultivo y exportación de tomate deberá garantizar la inocuidad de los alimentos. Es decir, garantizar el mínimo de contaminación basándose en los criterios de sanidad y conseguir así alimentos aptos para el consumo humano. Dentro de las garantías de consumo fitosanitarios, las buenas prácticas deben garantizar entonces la prevención, monitoreo y Manejo Integrado de Plagas para reducir al mínimo el uso de tratamientos químicos y evitar a toda costa los plaguicidas al ser un veneno y representar un riesgo a la salud.

Una solución al uso de agroquímicos para combatir las plagas es la Agricultura Protegida. En México, Valent diseñó opciones de última generación para fomentar el mejor rendimiento y calidad de las cosechas de tomate entre las que se encuentran Insecticidas Nicotinoides, Piretroides, Biológicos, Fungicidas y reguladores de crecimiento orgánicos, coadyuvante y nitrógeno Foliar de liberación controlada.

Entre las medidas implementadas por Estados Unidos, está la demanda por mayor producto certificado orgánico: producto sin agroquímicos ni fertilizantes de origen químico. Siendo el tomate una de las hortalizas más propensas a los insectos y enfermedades, el catálogo amigable de Valent México garantiza cosechas libres de agroquímicos que garanticen los procesos de calidad recién impuestos por el Departamento de Comercio de Estados Unidos y así, colaborar en el crecimiento del mercado agrícola mexicano.

Valent a su vez trabaja bajo una política de Sustentabilidad basada en la estrategia de Simitomo a nivel mundial, que consiste en ofrecer al agricultor las herramienta que le ayuden a mejorar la calidad y cantidad de fruta cosechada que se convierta en un negocio rentable y que ofrezca al consumidor alimentos de calidad y con las especificaciones de inocuidad basadas en la reglamentación mundial.