Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
La exposición "Siqueiros desde la Intimidad" inaugurada en Toluca el 21 de marzo de 2025, expuso cómo una plataforma cultural, más allá de celebrar la obra del muralista, funcionó como tribuna para exaltar el papel de la ideología en el arte y la política. En el encuentro también se firmó un convenio entre el Ayuntamiento de Toluca y el Fondo de Cultura Económica.
Durante su discurso, el secretario general de Gobierno del Estado de México, Horacio Duarte Olivares, aprovechó la ocasión para reflexionar —o más bien, ideologizar— sobre los vínculos entre cultura, transformación social y acción política. En su intervención, afirmó que "las transformaciones tienen que ir a la raíz profunda del México", destacando que los procesos políticos sin sustento ideológico corren el riesgo de quedarse en la superficie.
Para el funcionario, identificado con la izquierda, el muralismo no solo era arte, sino una herramienta narrativa con carga política, útil para "dibujar lo que era el México profundo". En ese sentido, consideró que la exposición servía como "pretexto ideal" para fijar posiciones políticas en el marco del denominado "segundo piso de la Cuarta Transformación".
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Lo llamativo del discurso no fue solo su profundidad ideológica, sino su crítica al pragmatismo y a las ideas vacías "que a veces encontramos en redes sociales solo por salir". Una observación que, pronunciada desde un acto institucional, dejó entrever una contradicción: mientras se criticaba la inmediatez política y la falta de sustancia en el debate público, se usaba el acto cultural para afianzar una narrativa de gobierno.
"Más murales y menos selfies", propuso Duarte Olivares, en una frase que sintetiza la nostalgia por un arte con causa y un mensaje que parece reclamar mayor coherencia política en el presente. Sin embargo, la línea entre homenaje y apropiación ideológica del legado cultural no siempre queda clara.
Con una retórica cargada de referencias a Juárez, la izquierda histórica y el arte comprometido, el acto dejó claro que, al menos en Toluca, el arte sigue siendo terreno fértil para la batalla de las ideas. El trazo de Siqueiros sigue convocando discursos que, entre líneas, buscan colorear también la política contemporánea.
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