
Foto: La Casa Blanca
Nació entre aplausos, motosierra en mano y promesas de ahorro millonario pero el Departamento para la Eficiencia del Gobierno de Estados Unidos (DOGE) desapareció sin ceremonia ni explicación oficial. La iniciativa lanzada por la administración de Donald Trump a inicios de 2025, y liderada mediáticamente por Elon Musk, dejó de operar como oficina centralizada varios meses antes del plazo legal fijado para julio de 2026.
Las funciones de DOGE fueron absorbidas por otras oficinas, principalmente la Oficina de Administración de Personal (OPM) y la Oficina de Presupuesto de la Casa Blanca. Ante la consulta de medios, Liz Huston, portavoz presidencial, afirmó: "El presidente Trump recibió el claro mandato de reducir el despilfarro, el fraude y el abuso en todo el gobierno federal, y sigue cumpliendo activamente ese compromiso".
DOGE fue durante meses la vitrina principal de la promesa trumpista de achicar el aparato estatal. En su presentación, Musk blandió una motosierra y criticó regulaciones "absurdas" que, según dijo, frenaban el avance tecnológico y el dinamismo empresarial. La Casa Blanca llegó a describir la oficina como "el Proyecto Manhattan de nuestro tiempo".
El sitio web del DOGE aún sostiene que se generaron ahorros por 214.000 millones de dólares. Esto ocurrió mediante cancelaciones de contratos, venta de activos y reducción de personal, aunque no se publicó un desglose verificable de esos datos. La ley ejecutiva que creó el DOGE instruyó la creación de equipos internos en cada agencia federal, varios de los cuales siguen operativos según Fox News Digital.
Musk ocupó un cargo temporal como "empleado especial del gobierno", con un límite legal de 130 días. No reportaba directamente a la administradora interina Amy Gleason, y su papel fue mayormente simbólico. Su salida ocurrió tras un cruce con Trump sobre una ley de gasto, a la que Musk calificó de "abominación repugnante".
El proyecto no escapó a las críticas debido a que un informe del Senado documentó prácticas irregulares, como la migración no autorizada de bases de datos a la nube y el uso de bolsas de basura para cubrir ventanas en oficinas ocupadas por personal de DOGE. "DOGE no está mejorando la eficiencia del gobierno, sino que está poniendo la información confidencial de los estadounidenses en manos de personas completamente incompetentes y poco fiables", denunció el senador Gary Peters.
A pesar del silencio institucional, el plan de ajuste continúa ya que exfuncionarios del DOGE fueron reasignados a otras agencias, y no se reportaron despidos. Sin un nuevo ente rector a la vista, Trump mantiene su compromiso de combatir el gasto excesivo desde una estructura más dispersa y con menor visibilidad.
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