Foto: Patricia Manero (NotiPress/Composición)
Un informe reciente del Foro Económico Mundial (WEF) destaca que las ciudades compactas y transitables son esenciales para mitigar el cambio climático, ya que sus emisiones per cápita pueden ser hasta tres veces menores a las de áreas urbanas dispersas. A pesar de la importancia de este tema, el diseño urbano y el uso eficiente del suelo están ausentes en la mayoría de los debates climáticos globales. Por ejemplo, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2024 (COP29), ninguno de los 93 eventos oficiales abordó estos temas directamente.
El documento señala que la expansión urbana es responsable de hasta un 30% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Este impacto proviene de factores como la dependencia del automóvil, el uso intensivo de materiales de construcción y la pérdida de sumideros naturales de carbono, como bosques y tierras agrícolas fértiles. Además, el ritmo de crecimiento es alarmante: "El mundo urbano está creciendo a un ritmo equivalente al de la ciudad de Nueva York cada 45 días", advierte el informe.
Beneficios de un urbanismo alineado con el clima
Identifican cinco estrategias clave para lograr un urbanismo sostenible: reducir la dependencia del automóvil, optimizar los materiales de construcción, mejorar la eficiencia energética, conservar áreas naturales y minimizar el desperdicio de alimentos. Ciudades como Shanghái, Sídney y Buenos Aires aplicaron estas medidas con resultados notables.
Por ejemplo, Shanghái creó 50 kilómetros de rutas las cuales conectan a 4,8 millones de residentes con espacios públicos mediante viajes en bicicleta de menos de 15 minutos. En Sídney, el rediseño de George Street transformó una calle congestionada en un espacio público centrado en las personas, incrementando el uso del transporte público. Buenos Aires, por su parte, revitalizó asentamientos informales con la creación de 27 espacios públicos, mejorando la habitabilidad y fomentando la integración social.
El documento también destaca el impacto positivo de estas estrategias en ciudades como Indianápolis, que invirtió 27 millones de dólares en infraestructura para bicicletas. Esta inversión catalizó 170 millones de dólares en desarrollos privados, mejoró los niveles de actividad física en un 70% y aumentó en dos tercios los ingresos del centro de la ciudad.
Impacto económico y social del diseño urbano compacto
Además de sus beneficios ambientales, las ciudades compactas promueven la equidad económica y mejoran la calidad de vida. Según el informe, los barrios transitables pueden reducir los costos de vida en hasta 10,000 dólares anuales, al facilitar el acceso a servicios y bienes locales sin necesidad de grandes desplazamientos. Asimismo, se demostró que estos entornos fomentan el ejercicio regular, lo que repercute positivamente en la salud pública y reduce los gastos asociados a enfermedades relacionadas con el sedentarismo.
Desde un punto de vista económico, los barrios densos generan un gasto promedio 1,5 veces mayor por acre que los suburbios orientados al automóvil. Las propiedades en estas áreas también tienen un valor entre un 35% y un 44% más alto, lo que asegura una base impositiva más sostenible para mantener la infraestructura urbana.
El informe del WEF subraya que las ciudades compactas pueden acelerar la transición energética, reduciendo la necesidad de inversiones en tecnologías limpias. Al requerir menos vehículos eléctricos, parques solares y turbinas eólicas, este enfoque urbano hace que la transición hacia un modelo de cero emisiones sea más económica y eficiente.
"Lograr una mejor forma urbana es una de las cosas más importantes que podemos hacer por el clima", concluye el informe.
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