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La pandemia de COVID-19 ha modificado el suelo económico y geopolítico en todo el mundo, con dificultades en los sectores manufactureros, cadenas de producción, transporte y distribución de insumos, así como desafíos planteados para los gobiernos y autoridades locales; entre los grupos afectados con mayor incidencia social durante la contingencia sanitaria, se encuentra el crimen organizado, cuyas actividades han tenido que modificarse de manera radical debido a estas dificultades.
Según el estudio realizado por la Oficina Europea de Policía (Europol, por sus siglas en inglés) los factores que propician cambios en las operaciones del crimen organizado durante COVID-19 son principalmente seis: la demanda de materia prima, insumos, suministros médicos, sanitizantes, y material de protección; disminución de la movilidad urbana; calles vacías, poca vigilancia, y situaciones donde se pierde visibilidad de crímenes; búsqueda de iniciativas y herramientas para trabajar a distancia, así como el aumento en soluciones digitales y dinámicas relacionadas con el home office; ambiente de inseguridad y ansiedad que experimentan las personas durante el distanciamiento social; afectaciones en las cadenas de distribución de productos ilícitos, como baja demanda y bloqueos.
Los cambios observados en sus modos de operación, actividades principales, y vías de distribución de productos ilícitos, se registran en cuatro áreas principales: crimen cibernético, fraude, falsificaciones, crimen a propiedad privada. En el caso del crimen organizado, las cuatro áreas resultan afectadas y suponen una mayor dificultad para llevar a cabo sus actividades habituales; desde la extorsión, debido a que el comercio local baja de manera acelerada, hasta el secuestro, en tanto hay un menor flujo de habitantes en las calles. No obstante, las actividades en materia de crimen cibernético han registrado un aumento, como consecuencia de las alternativas de empleo y recreación en casa por el distanciamiento social.
Con respecto a los bloqueos en las cadenas de producción y recortes de materia prima, en México y Estados Unidos el narcotráfico enfrenta dificultades para obtener los precursores químicos empleados en la elaboración de drogas de alta demanda, como metanfetamina, cuyo precio se ha duplicado en México, según la investigación realizada por Vice.
Sin embargo, frente a las dificultades que estos cambios económicos, geopolíticos y sociales representan para el crimen organizado, en diversas partes del mundo se han registrado acciones de filantropía y altruismo por parte de los grupos delictivos locales con mayor influencia política. En Italia la mafia ha distribuido comida e insumos entre la población más vulnerable por los estragos del COVID-19, sobretodo en Calabria, Sicilia, Puglia y Campaña, según reportan las autoridades. Por su parte, en México, el Cártel del Golfo se ha dedicado a distribuir despensas entre la población, según reportes de usuarios en redes sociales, y de acuerdo con el pronunciamiento emitido por el presidente Andrés Manuel López Obrador, donde aseguró que la población no tomará recursos ofrecidos por el crimen organizado.
Como indicó el magistrado italiano Nicola Gratteri, luego de resultar afectadas por las medidas de contingencia ambiental, las mafias seguirán con presencia y actividades no ilícitas donde se susciten escenarios de emergencia; cuestión que puede observarse en la reducción de 75% en las actividades relacionadas con el crimen organizado en Italia, pese a la fuerte participación de grupos en ciertas actividades de apoyo que buscan ganar influencia y favores entre la población.
Asimismo, mencionó que estos grupos delictivos tratarán de aprovechar la situación para posicionarse de manera económica y administrativa en sus respectivas áreas, gracias al impacto social durante la crisis por COVID-19, y frente la precariedad presente en el sector de la población que recibe su apoyo; sobre esta cuestión resaltó la popularidad de figuras como el Chapo Guzmán.
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