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Los subsidios a los combustibles fósiles demostraron tener consecuencias adversas tanto para el medio ambiente como para la economía global. Un reciente estudio puso de manifiesto que estos subsidios no solo fomentan el uso excesivo de fuentes de energía contaminantes, y agravan la crisis de la contaminación del aire, un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Asimismo, los subsidios a los combustibles fósiles superan los 600 millones de dólares anuales a nivel mundial. Esto subraya la necesidad urgente de reformar estas políticas, por razones ambientales, económicas y de salud pública. No obstante, la contaminación del aire es un problema global donde afecta a la mayoría de la población mundial.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), nueve de cada diez personas respiran aire y superan el umbral de seguridad para partículas finas (PM2,5). Esta situación es particularmente grave en ciudades como Nueva York, Londres, Pekín, Delhi y Nairobi, donde las concentraciones de estas partículas a menudo superan hasta 20 veces los niveles seguros establecidos. Esta polución causa enfermedades respiratorias y cardiovasculares y es responsable de siete millones de muertes prematuras cada año.
Bajo la misma línea, los subsidios a los combustibles fósiles, al promover su uso y penalizar la transición hacia fuentes de energía más limpias, agravan el problema de la contaminación del aire. Estos subsidios, además de ser ambientalmente dañinos, tienen efectos económicos negativos, como la reducción de la productividad laboral y el rendimiento agrícola. Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) demostró un aumento del 10% en las concentraciones de PM2,5 en Europa provoca una disminución del 0,8% en el PIB real, destacando la relación directa entre la contaminación del aire y el crecimiento económico.
Paralelamente, los combustibles fósiles son la principal fuente de contaminación por PM2,5 a nivel mundial, y su uso está fuertemente respaldado por subsidios gubernamentales. Estos subsidios exacerban la crisis ambiental y contribuyen a déficits públicos excesivos y son regresivos desde el punto de vista distributivo, beneficiando más a los hogares ricos que a los pobres. La reforma de estos subsidios es, por tanto, una solución necesaria y viable para abordar la contaminación del aire.
Implementar una reforma efectiva de los subsidios no es fácil, debido a la resistencia de los consumidores a pagar precios más altos por la energía. No obstante, los beneficios para la salud y la economía que se derivarían de la mejora de la calidad del aire justifican plenamente esta medida. Una estrategia clave para el éxito de estas reformas es la compensación a los grupos más afectados por la eliminación de los subsidios.
Esto podría incluir la reorientación de los subsidios hacia actividades más sostenibles o la compensación directa a los hogares, especialmente para quienes dependen en mayor medida de los combustibles fósiles. Además, la divulgación de información transparente y creíble sobre los efectos de la contaminación del aire es esencial para generar apoyo público hacia estas reformas.
La historia demostró la transparencia y la información pública son fundamentales para lograr cambios en las políticas ambientales. Ejemplos como la "guerra contra la contaminación" en China, logrando reducir la contaminación del aire en más del 40% en una década, o los avances en ciudades como Los Ángeles, Londres y Tokio, demuestran la posibilidad de abordar eficazmente la contaminación del aire.
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