Ciudad de México,
Iván González
Crédito foto: cortesía White House
A un año de asumir el cargo de presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó se presentó en el discurso del Estado de la Unión, proclamado el 4 de febrero de 2020 en Washington por Donald Trump, donde fue recibido con una gran ovación por ambas partes del Congreso estadounidense. Esto significa, ante los ojos del mundo, que Guaidó cuenta con el apoyo total del gobierno estadounidense ante su oponente político, Nicolás Maduro, algo que, se rumoraba, había desaparecido en recientes meses. Este triángulo está interesado entre cosas, en el petróleo de Venezuela.
Sin embargo, la estrategia de Estados Unidos para quitar de la presidencia de Venezuela a Maduro ha cambiado por un detalle que no habían considerado: si Guaidó cuenta con el apoyo de Estados Unidos, Maduro es respaldado por Rusia y Cuba; este apoyo se hace evidente en la visita de Serguéi Lavrov, ministro ruso de asuntos exteriores, al país sudamericano el 7 de febrero, donde sostiene reuniones con su homólogo venezolano, Jorge Arreaza, además de la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, y el anteriormente mencionado Nicolás Maduro. La visitas de Guaidó a Washington y de Lavrov a Venezuela dejan muy claras las posiciones de Estados Unidos y Rusia en el conflicto venezolano, aunque ambas partes proponen acciones similares para llegar a un acuerdo que termine con la disputa del poder en Venezuela.
El 6 de febrero de 2020, Serguéi Lavrov dijo desde México que, tanto él como Marcelo Ebrard, canciller mexicano, habían hablado sobre el conflicto en Venezuela, coincidiendo en el apoyo por ambos gobiernos de un "diálogo entre el gobierno y oposición" venezolanos, pues sólo así se podría llegar a un acuerdo para terminar con el conflicto. Por otro lado, después de la declaración de Trump el 23 de enero de 2019, donde aseguró que "todas las opciones están sobre la mesa" al referirse a Venezuela -en una clara amenaza de intervención militar en el país sudamericano-, el discurso estadounidense ha cambiado ahora en voz de Mike Pompeo quien, en un comunicado del Departamento de Estado de Estados Unidos emitido el 9 de enero de 2020, señaló a "una transición negociada rápida a la democracia" como la mejor opción para la estabilidad venezolana. Ambas partes parecen estar de acuerdo, por fin, en una solución ante la crisis política venezolana.
Por otro lado, el petróleo puede ser el aspecto determinante en el desenlace de esta historia. No es sorpresa para nadie que Venezuela sea el país con más reservas de crudo probadas en el mundo, de ahí el interés en este país por parte de dos potencias mundiales como Estados Unidos y Rusia; no obstante, ambos países han tomado caminos muy diferentes para llegar al crudo sudamericano. Mientras Estados Unidos busca derrocar al gobierno de Nicolás Maduro con presiones políticas, amenazas y sanciones económicas,
Rusia se ha mantenido comerciando con Venezuela al punto de hacer que Rosneft, compañía petrolera del estado ruso, controle entre el 60 y 70% de las exportaciones de petróleo venezolano, según cifras emitidas por Mundo Antonio de la Cruz, director del centro de análisis Inter-American Trends a BBC, además de permitir pagar la deuda venezolana con el Kremlin por medio del crudo y, simultáneamente, han seguido comerciando con él, generando ingresos al gobierno de Maduro. Estados Unidos ha declarado sanciones próximas a la falta de Rosneft, acción determinante en el nuevo rumbo de este conflicto. El petróleo parece ser un elemento común entre Rusia y Estados Unidos, donde en el centro se encuentra Trump, Guaidó y Nicolás Maduro.