Foto: Inés Alvarado (NotiPress)
A partir de 2017, el mundo atestiguó un incremento de los servicios de micromovilidad compartida; en 2019, es posible encontrar monopatines eléctricos (scooters), bicicletas eléctricas y de pedales, ciclomotores eléctricos e incluso pogos saltarines (pogo sticks). La aceptación fue inmediata: Bird alcanzó 10 millones de viajes en scooter durante sus primeros 12 meses en California; se realizaron 34 millones de viajes a través de vehículos de Lime en su primer año en el mercado. En este contexto, ¿cuáles son los b para la adopción masiva de la micromovilidad compartida en las grandes ciudades del mundo?
Durante la década de los años noventa del siglo XX, comenzaron a surgir propuestas de micromovilidad, pero ha sido gracias al rastreo por GPS, la conectividad, los pagos móviles, la reducción de los costos y la mejorada longevidad de las baterías eléctricas, amén de la creciente ubicuidad de los teléfonos inteligentes, que las propuestas de micromovilidad compartida han comenzado a proliferar en diferentes ciudades del mundo. Entre sus beneficios se destacan: tamaño, accesibilidad y reducción de emisiones de gases de efecto invernadero; tres valiosas características en ciudades con altos índices de contaminación y tráfico.
Grin, Lime, Bird y Mobike son algunos de los prestadores de servicios de transporte privado con presencia en la capital del país, estas empresas de micromovilidad compartida han traído a las calles mexicanas sus servicios y opciones de micromovilidad para ayudar a los usuarios a cubrir distancias cortas en sus trayectos urbanos (dentro de zonas delimitadas). No obstante sus múltiples beneficios, existen problemas ocasionados por la falta de conciencia y responsabilidad por parte de los usuarios, además de la carencia de regulaciones gubernamentales hechas a la medida para este tipo de medios de transporte.
La micromovilidad aprovecha espacios originalmente diseñados para las bicicletas, entonces, es necesario que la infraestructura pública se adecue a las innovaciones de la industria de la micromovilidad compartida, a fin de contribuir a la adopción masiva de tales tecnologías en las ciudades, explica Rasheq Zarif, experto estadounidense en el sector del futuro tecnológico de la movilidad. En el caso particular de Ciudad de México, usuarios de estos medios de transporte obstruyen entradas o pasos peatonales o rampas, transitan por banquetas o en sentido contrario, también están quienes no usan casco.
Por lo tocante al modelo de negocio en sí, señala Zarif, asimismo hay retos: las empresas dedicadas a rentar scooters, por ejemplo, todavía deben solucionar retos como vandalismo y robos; recolectar, cargar y mantener las flotas cada noche puede ser costoso y laborioso; garantizar la disponibilidad de unidades cuando y donde sean necesarias; concienciar a los usuarios sobre el adecuado empleo de los vehículos es otro de los grandes retos; satisfacer las necesidades de población con discapacidades; solventar inconvenientes causados por factores climáticos; llegar a acuerdos con gobiernos locales.
"Al igual que con tantos problemas del futuro de la movilidad, el quid del desafío de la micromovilidad suele consistir en encontrar el equilibrio adecuado entre salvaguardar el interés público actual y seguir promoviendo innovaciones capaces de beneficiar en última instancia a los consumidores y al sistema de transporte más amplio", concluye el director general de Futuro de la Tecnología de Movilidad en Deloitte. Los retos de la adopción masiva de la micromovilidad compartida en las grandes ciudades del mundo son aún muchos y muy variados, pero dos de los más urgentes son la creación de regulaciones de tránsito y educación vial, especiales para estas innovaciones.
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