Ciudad de México ,
Iván González
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No es sorpresa para nadie que la producción de combustibles debe cambiar en orden de disminuir las emisiones de contaminantes que están acabando con el planeta, por ejemplo, en la Unión Europea los medios de locomoción son responsables del 25 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono, del 87 por ciento de monóxido de carbono y del 66 por ciento de los óxidos de nitrógeno; sin embargo, a pesar de existir diversas opciones de movilidad, ninguna de ellas parece tener la solución al problema… hasta ahora.
Respecto a los inversionistas en el sector de movilidad, la mayoría se han decantado por aquellas empresas que apuestan por el hidrógeno como el "combustible del futuro" debido a su potencial de ayudar a eliminar la producción de combustibles fósiles. Las acciones de diversas empresas fabricantes de celdas de combustible que convierten el hidrógeno en electricidad, como Ceres Power, Peers Ballard Power o Plug Power, crecieron notablemente desde principios de 2019; las últimas dos empresas han crecido 300% en dicho lapso, mientras Ceres Power subió 57% en el inicio de 2020.
La mayoría de los fondos de inversión en el sector proviene de dos lugares: compañías industriales de alcance mundial como Bosch y empresas enfocadas en valores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG), debido a los beneficios del uso del hidrógeno como combustible a largo plazo. No obstante, este mismo sector energético ya había experimentado un alza similar en sus acciones; a finales de 1990, los inversionistas se interesaron en las compañías de hidrógeno debido a los grandes grupos automotrices que comenzaron a experimentar con las celdas de hidrógeno, pero el interés desapareció y, a inicios del año 2000, las acciones se desplomaron al no concretarse las demandas de los consumidores.
Un elemento a considerar es el costo que representa producir energía de este modo: según el Hydrogen Council, se necesitan cerca de 70,000 millones de dólares de inversión en 2030 para que la producción de energía con base en el hidrógeno pueda igualar a otras fuentes renovables de energía. El proceso actual se basa en el uso de electricidad -proveniente de fuentes ecológicas- para separar el agua y producir hidrógeno; la solución comúnmente utilizada es la de agua y metanol, con dióxido de titanio funcionando como catalizador, pero su costo es demasiado elevado.
A pesar de ello, un grupo de científicos de la Universidad de Ciencias de Tokio ha descubierto que un óxido común, la goethita, funciona como catalizador al acelerar la descomposición del agua en hidrógeno; de hecho, según un estudio publicado en Chemistry: A European Journal, señala que el uso de la goethita genera 25 veces más hidrógeno en comparación con el uso de dióxido de titanio en un modelo a escala alimentado por la luz de una lámpara de luz. De hecho, la reacción es tan estable como para seguir produciendo hidrógeno por 400 horas. A pesar de encontrarse en una etapa preliminar, este descubrimiento podría reducir considerablemente la producción de hidrógeno e impulsar el cambio masivo hacia este modo alternativo de producción de energía.