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La industria de la moda es una de las que mayor alcance tiene a nivel global, específicamente después de la apertura económica en los primeros años del siglo XXI, asimismo esto abrió camino a las importaciones de bienes y servicios desde Oriente hacia Occidente. La moda es la cuarta industria más representativa dentro de productos de manufactura y en 2016 alcanzó un ingreso total de 655 billones de dólares en exportaciones.
Igualmente, las empresas de vestir y textiles representan un 5% del comercio mundial de los grupos de manufactura. El proceso de expansión de la industria y sus grandes volúmenes comercializados tienen la necesidad de innovar junto a las más recientes tendencias de moda, de ahí el concepto de "Fast Fashion".
A partir de 2010, las ventas de ropa se elevaron de manera drástica. Según el grupo Inditex, en 2017 triplicó las ganancias de 2004. Asimismo, en México se reportó un 75% más de venta de ropa a comparación de 2013, de acuerdo con datos de grupo AXO. Este aumento en las ventas se debió a las diversas crisis económicas tal como la Gran Recesión de 2008, que orilló al consumidor a buscar opciones más económicas sin necesidad de sacrificar su calidad de vida, así como al cambio de lugares para comprar ropa.
Fast fashion o moda rápida se entiende como el fenómeno por el cual se introducen colecciones de ropa que son las más recientes tendencias de moda y que han sido fabricadas de forma acelerada y a bajo costo en función de favorecer la compra y, de esta manera la industria ofrece al consumidor la posibilidad de comprar prendas novedosas a precios accesibles.
Existen varias empresas como H&M, Zara, Top Shop, Primark, Mango y Forever 21 que tienen esos privilegios del mercado por campañas publicitarias, estrategias de producción, distribución y marketing para que el objetivo sea convertir la moda en un buen consumo para las masas.
Forever 21 es una de las tiendas comerciales que van en declive y, por lo tanto, la empresa estadounidense se declaró en bancarrota a medida que el flujo de dinero disminuía y las opciones de restablecer la situación desaparecía.
Además, la empresa comenzó a tener problemas en los últimos cinco años, porque según expertos en el tema la empresa comenzó a desinteresarse por los gustos de los jóvenes compradores estadounidenses y uno de los factores más importantes fue el costo de la ropa.
Do Wong Chang, fundador de la marca Forever 21 dijo: "El sector minorista está evidentemente cambiando, ha habido una moderación del tráfico en los centros comerciales y las ventas están pasando a ser más online".
Según diversos medios, existen razones por las que Forever 21 decidió declararse en bancarrota tales como: las tiendas eran demasiado grandes, la expansión en un proceso rápido, demasiada competencia, no tener suficientes tallas, nueva competencia en línea y la calidad de la ropa era muy pobre.
En los países de América Latina en los cuales participan Brasil, Colombia, Chile, México y Perú todavía no planean cerrar ningún local para continuar con sus operaciones con la empresa estadounidense.
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