Ciudad de México,
Martín Olivera
Crédito foto: Naciones Unidas
La noche del 1 de septiembre de 2025, un terremoto de magnitud 6 sacudió el este de Afganistán, provocando más de 1,500 muertos confirmados hasta el 3 de septiembre y miles de heridos y desplazados. El sismo ocurrió a las 23:47, hora local, con epicentro a 27 kilómetros de Jalalabad y una profundidad de apenas 8 kilómetros, lo que amplificó su impacto en comunidades cercanas.
En aldeas de las provincias de Nangarhar y Kunar la destrucción fue masiva, donde CNN reportó: "el 95% de las viviendas quedaron completamente destruidas". La población afectada se enfrenta a la falta de refugios seguros y a carreteras bloqueadas por derrumbes que dificultan el acceso de los equipos de rescate. Autoridades talibanas solicitaron apoyo internacional urgente y reconocieron que carecen de la capacidad para responder a una crisis de tal magnitud.
Según los registros geológicos, Afganistán se ubica en una de las zonas sísmicas más activas del planeta. El país forma parte del cinturón alpino-himalayo, una franja tectónica que se extiende desde el sur de Europa hasta el sudeste asiático y que solo es superada en actividad por el Anillo de Fuego del Pacífico. Este cinturón incluye regiones densamente pobladas en Turquía, Irán, Pakistán, India, Nepal, China y Myanmar.
De acuerdo con el British Geological Survey, Afganistán concentra cerca del 15% de la energía sísmica global liberada anualmente. La colisión entre la placa tectónica india, que avanza hacia el norte a una velocidad aproximada de 45 milímetros por año, y la placa euroasiática genera montañas como el Himalaya y el Hindu Kush, pero también fracturas que atraviesan el territorio en forma de fallas activas. Entre ellas destacan las de Chaman, Hari Rud, Badakhshan Central y Darvaz, todas con capacidad para producir terremotos de magnitudes superiores a 7.
La historia reciente del país refleja la magnitud de esta amenaza ya que desde 1900, al menos 12 terremotos mayores a magnitud 7 sacudieron la región del Hindu Kush. En las últimas tres décadas, miles de personas perdieron la vida y más de 600,000 resultaron afectadas, según registros de la ONU. Los eventos más devastadores ocurrieron en 1998 y 2002, cuando dos sismos consecutivos causaron más de 4,000 muertes en cada caso.
Formulada tras el terremoto de San Francisco de 1906, la teoría del rebote elástico explica que las rocas liberan energía sísmica acumulada cuando su resistencia es superada. Este fenómeno es constante en Afganistán, por lo tanto incrementa el riesgo de nuevos movimientos. Al respecto, Daniel Melnick, geólogo de la Universidad Austral de Chile, advirtió: "Un evento de esta magnitud puede anticipar otros similares en las semanas siguientes".
La vulnerabilidad del país se agrava por la situación política y social. El régimen talibán enfrenta limitaciones para movilizar recursos y garantizar infraestructura de emergencia en medio de catástrofes de gran escala. Así, Afganistán combina una exposición geológica severa con un contexto institucional restringido, lo que amplifica el impacto de cada desastre natural sobre su población.