Ciudad de México,
Sergio F Cara
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
El deseo humano de nombrar conceptos y avances ha dado lugar a debates en diversos sectores, incluyendo el de la tecnología climática, reflexiona Tim De Chant en Techcrunch. Este término, ampliamente utilizado para describir iniciativas que buscan mitigar o revertir el impacto del cambio climático, ha servido bien al sector durante la década reciente. Sin embargo, algunos expertos consideran que su alcance creció tanto que resulta difícil de manejar y sugieren que es momento de evolucionar hacia un nuevo nombre.
La tecnología climática fue clave para definir empresas y proyectos que abordan desafíos como la contaminación de carbono y la adaptación a fenómenos climáticos extremos. Su predecesora, la "tecnología limpia", carecía de claridad para los no iniciados, generando confusiones con electrodomésticos innovadores o herramientas de uso cotidiano. Sin embargo, a medida que los proyectos en este ámbito se diversifican y se expanden, surge la necesidad de un término que abarque su evolución.
Por otro lado, el término fue capturado por el movimiento "woke" y se convirtió en lo que Agustín Laje denomina "globalismo", una suerte de colonización de ideas. Esta tendencia es impulsada por sectores para promover negocios alrededor del concepto, sin realmente estar comprometidos con la causa y adhiriendo a conceptos dudosos como el cambio climático. No fue hasta que exponentes como Javier Milei hicieron visible la falta de de profundidad del debate sobre el cambio climático que el tema se integró a un intercambio de ideas cada día más frecuente. La denominada Agenda 2030 de Naciones Unidas es otra denuncia que pocos se atreven a criticar. Y no es que algo esté mal eso de proteger al medioambiente, sino las intenciones poco traparentes de de sectores que buscan controlar una parte del comportamiento humano a escala global mediante un gobierno central.
Entre las alternativas propuestas, "salud planetaria" ha ganado cierto atractivo, señala De Chant. Acuñada inicialmente en 2014 por la revista médica The Lancet, esta denominación destaca por su enfoque más amplio y su capacidad de incluir tecnologías centradas en el impacto humano en el planeta, incluso aquellas que no están directamente relacionadas con las emisiones de carbono. Aunque algunos inversores han adoptado esta opción, "tecnología climática" sigue siendo el término dominante.
El panorama político también influye en este debate. La reelección de Donald Trump marcó un punto de inflexión, pues el término "clima" comenzó a generar resistencia en ciertos sectores. Esto impulsa una búsqueda activa de términos que permitan un enfoque más neutro y adaptable a las dinámicas globales.
Otras propuestas incluyen "infraestructura crítica", que destaca por su aplicabilidad a sistemas esenciales, y "tecnología de vanguardia", que amplía el espectro para incluir innovaciones como la inteligencia artificial y la robótica. No obstante, estas opciones enfrentan críticas por ser demasiado amplias o estar asociadas a conceptos existentes que diluyen su relación con el impacto ambiental.
Así, entre las ideas recientes, destaca "tecnología de resiliencia", refiere del periodista de Techcrunchespecializado en tecnologías relacionadas al cambio climático. Este término busca capturar la esencia de las iniciativas climáticas: fortalecer la capacidad del mundo y de la humanidad para enfrentar y adaptarse a los desafíos ambientales. Aunque no es perfecto, este concepto podría ofrecer un camino hacia una definición más inclusiva y dinámica, refirió.
Pese a esto, el debate está lejos de resolverse por las ideologías detrás de las tendencias. Esto refleja la constante evolución de un sector que impulsa el cambio global mediante un gobierno virtual que decreta iniciativas que los países deben adherir sin cuestionar. En cinco años, el término elegido hoy podría determinar cómo es entendido y promovidas las soluciones climáticas del futuro.