Ciudad de México ,
Carlos Ortíz
Crédito foto: Patricia Manero (NotiPress)
El Caribe mexicano se prepara para una temporada histórica de recale de sargazo, con proyecciones de hasta 400 mil toneladas en playas de Quintana Roo, según el Laboratorio de Oceanografía Óptica de la Universidad del Sur de Florida. Esta macroalga, que invade la región de forma recurrente desde hace 15 años, plantea desafíos ambientales, de salud pública y económicos.
Durante su descomposición al aire libre, el sargazo libera gases tóxicos como ácido sulfhídrico, metano y dióxido de carbono, además de metales pesados como arsénico, plomo y cadmio. Estas emisiones afectan la calidad del aire, contaminan el agua y suponen un riesgo para la salud humana. En pequeñas cantidades, el sargazo beneficia a los ecosistemas marinos como refugio y fuente de alimento; en exceso, sofoca corales, altera la oxigenación y degrada la arena costera.
El impacto económico es considerable. El Banco Interamericano de Desarrollo estima que el fenómeno afecta al 11,6% del PIB de Quintana Roo, y el sector hotelero gasta más de 130 millones de dólares anuales en limpieza de playas.
Ante este panorama, especialistas como el ingeniero Miguel Ángel Aké Madera proponen procesar el sargazo para generar biogás: "Al procesar 500 toneladas de sargazo se obtienen 20 mil m³ de biogás, equivalente a 20–25 mil litros de gasolina". Escalar el procesamiento diario a 2.500 o 3.000 toneladas podría ofrecer resultados visibles en un año.
Otra propuesta es el ‘Sargapanel’, desarrollado por el Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada (CFATA) de la UNAM. Según la doctora Miriam Estévez González, este material de construcción es más flexible, resistente al impacto y retardante al fuego que los paneles convencionales, y su producción permite generar bonos de carbono: "Por cada 5 toneladas de sargazo húmedo se produce un bono valorado entre 10 y 30 dólares".
El gobierno de Quintana Roo impulsa el Centro Integral de Saneamiento y Economía Circular del Sargazo, que enfocará sus esfuerzos en tres áreas: producción de biogás, fertilizantes orgánicos y venta de bonos de carbono. Empresas de España, Países Bajos, Alemania, Estados Unidos y Francia ya han manifestado interés en participar.
El Instituto Mexicano de Investigación en Pesca y Acuacultura Sustentables clasificó al sargazo como producto pesquero el pasado 9 de junio, habilitando su comercialización y aprovechamiento regulado. Esta medida, junto con proyectos de innovación y cooperación internacional, abre la posibilidad de convertir un problema ambiental en un motor de economía circular para la región.