Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
Algunos aspectos de la interacción familiar ente los pueblos indígenas de Guatemala están cambiando, afirma un estudio publicado en la revista Child Development. Esto se debe principalmente a la rápida globalización. Aun así, las familias mantienen un nivel único de armonía en sus interacciones.
Barbara Rogoff, psicóloga de la Universidad de California en Santa Cruz, trabajó durante cinco décadas con comunidades mayas en San Pedro la Laguna, Guatemala y observó un sofisticado tipo de colaboración entre los niños. Durante un estudio de investigación realizado hace 30 años, las madres y sus dos hijos se dedicaron mutuamente a explorar nuevos objetos proporcionados por el equipo de investigación.
En muchas comunidades indígenas y de ascendencia mexicana en las Américas es una práctica tradicional "aprender observando y participando en las iniciativas familiares y comunitarias" (LOPI, por sus siglas en inglés). "Todos contribuyen, toman la iniciativa para colaborar y fomentar la dirección del grupo, y durante estas actividades compartidas, los niños reciben retroalimentación y correcciones sobre sus contribuciones", explicó Rogoff.
Ante esta costumbre, Rogoff se preguntó cómo la globalización podría estar afectando la práctica en San Pedro la Laguna. Por ello, el equipo de investigación repitió su estudio con familiares de las mismas familias que participaron en el estudio inicial.
Los investigadores descubrieron que los grupos actuales de una madre y dos niños pequeños colaboraban entre todos los miembros del grupo con una frecuencia aproximadamente a la mitad de la de sus predecesores hace 30 años. Las familias mayas actuales se están volviendo más parecidas a las familias de clase media europeas-estadounidenses, que, de manera similar, interactuaban dejando fuera al menos a uno de los tres participantes.
Entre las tendencias que pueden estar contribuyendo a este cambio se incluye la disminución del uso de la lengua y las prácticas culturales indígenas mayas y la creciente participación en la educación occidental y la tecnología digital. Rogoff y su equipo observaron que el uso de sillas y sofás, en lugar de la práctica tradicional de arrodillarse sobre una estera en el suelo, creó una mayor separación física que parecía impedir la colaboración inclusiva.
Aun así, las familias mayas contemporáneas destacan por mantener interacciones armoniosas, con un nivel de conflictos inferior al 5%, en comparación con el 20% observado en familias euroamericanas en estudios similares. Según Rogoff y su equipo, los niños de herencia europea tienden a priorizar ideas individuales, mientras que las comunidades mayas valoran profundamente la colaboración y la reciprocidad para promover una visión compartida.
Este enfoque cultural, señala la investigadora, fomenta relaciones armoniosas y aprendizaje comunitario. Rogoff indica que esta práctica no solo beneficia a las comunidades indígenas, sino que también podría ofrecer soluciones para enfrentar los desafíos sociales y ambientales globales. "LOPI es una fortaleza para el aprendizaje de comunidades enteras, incluidos los niños, que aprenden como contribuyentes atentos y con espíritu comunitario", afirmó Rogoff, destacando su valor universal como modelo para un aprendizaje más colaborativo y humano.