Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
En el contexto actual, la resiliencia cibernética se convirtió en una prioridad estratégica para las organizaciones, superando el enfoque tradicional de la ciberseguridad, aun así, se necesita más que eso. Según el Foro Económico Mundial, las crecientes amenazas digitales, como interrupciones en la cadena de suministro y la proliferación de tecnologías emergentes, exigen que las organizaciones no solo protejan sus sistemas, sino que también estén preparadas para adaptarse y recuperarse tras un ataque cibernético.
Si bien es esencial, la ciberseguridad se enfoca principalmente en proteger sistemas y datos frente a ataques específicos. Sin embargo, la resiliencia cibernética abarca una respuesta más amplia y proactiva. De acuerdo con el informe "Descifrando la resiliencia cibernética", el WEF indica que el objetivo de minimizar el impacto de cualquier incidente significativo y mantener la continuidad de los servicios críticos de la organización. Este enfoque se basa en la capacidad de anticipar, absorber y recuperarse de eventos adversos, lo cual permite preservar el valor y la confianza en la organización incluso tras un ciberataque grave.
Alcanzar la resiliencia cibernética requiere liderazgo a nivel ejecutivo, indica el WEF. Los líderes deben fomentar una cultura que considere la resiliencia como un objetivo empresarial central, alineado con la protección de los activos estratégicos y la continuidad operativa. Esta mentalidad permite que las decisiones clave de ciberseguridad se integren en la gobernanza organizacional, impulsando estrategias adaptativas que tomen en cuenta la dependencia tecnológica y la complejidad de las amenazas actuales.
El informe del WEF subraya la importancia de este cambio cultural, ya que los enfoques exclusivamente técnicos resultan insuficientes ante un escenario de amenazas globales. Los ataques cibernéticos actuales pueden afectar no solo los datos o sistemas de una organización, sino también su reputación y viabilidad financiera. Por lo tanto, los consejos directivos están llamados a asumir un rol activo en la gestión de la resiliencia cibernética, integrándola en las prioridades estratégicas y operativas de la empresa.
Asimismo, la resiliencia cibernética exige colaboración no solo entre departamentos internos, sino también con actores externos, como proveedores, reguladores y clientes. Las organizaciones deben adoptar prácticas de ciberresiliencia que incluyan la compartición de información y la cooperación en el desarrollo de capacidades. Esta colaboración permite identificar puntos críticos en la cadena de suministro y fortalece la respuesta colectiva ante incidentes que podrían comprometer la estabilidad de toda la red de negocios.
Para concluir, el WEF asegura que la resiliencia cibernética no se limita a defender activos digitales, se trata de crear un contexto que permita a las organizaciones adaptarse y prosperar en un entorno cada vez más incierto y digitalmente interconectado. Para las empresas, invertir en resiliencia cibernética es no solo una medida de seguridad, sino una estrategia clave para asegurar su crecimiento y sostenibilidad a largo plazo.