Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Starlink
La empresa de Elon Musk, Starlink ha sido capaz de llevar internet a lugares de difícil acceso y un efecto secundario podría convertirse en un problema. Sus satélites se desplazan en órbita a una de entre 480 y 1,900 kilómetros de la Tierra. Estos son parte los cientos de satélites alrededor del planeta los cuales, la mayoría son operados y supervisados por agencias gubernamentales como la NASA. Pero, en los 5 años recientes, el cielo se ha llenado de ellos lo cual puede traer problemas de contaminación a partir de la basura espacial.
Actualmente, existen escasas medidas regulatorias dirigidas a estos satélites. Su lanzamiento carece de una revisión medioambiental exhaustiva. En este sentido, a medida que las compañías privadas se involucran cada vez más en la carrera espacial, los lanzamientos aumentan y el cielo se llena de naves operadas por particulares.
En efecto, el grupo de interés público Public Interest Research Group (PIRG) publicó un informe que da cuenta del problema y señala puntualmente a Starlink. El autor del informe, Lucas Rockett Gutterman, director de la campaña Designed to Last (Diseñado para durar), no juzga la capacidad de la compañía de ofrecer internet en todo el mundo, sino que llama la atención sobre cómo se está logrando ese propósito. "Queremos que la gente se conecte a la alegría y a la comunidad, y a las oportunidades económicas de internet, pero no deseamos crear un lío que nos llevará potencialmente cientos de años limpiar si lo hacemos mal", afirma Gutterman.
Alrededor del planeta orbitan 50 mil objetos de los cuales 40 mil es basura y los 10 restantes son satélites, asegura Moriba Jah, profesor de ingeniería aeroespacial en la Universidad de Texas en Austin. "De esos 10,000 satélites en funcionamiento, unos 6,000 pertenecen a Elon", comenta Jah. Sin embargo, el multimillonario comparte sus ambiciones con Amazon, Meta e incluso China la cual planea lanzar 15 mil satélites al espacio.
Esta carrera espacial puede traer consecuencias medioambientales. Los astrónomos denuncian que los satélites para internet de baja altitud son la fuente de contaminación lumínica. Pero también, se han desprendido trozos de basura espacial proveniente de los satélites que han caído a la Tierra. Pese a ser algo poco frecuente, podría aumentar a medida que se pongan en órbita más objetos.
Por otra parte, la vaporización de diversos metales y plásticos en la atmósfera superior amenaza la vida en la superficie de formas desconocidas. Los satélites desactivados suelen quemarse al caer a la atmósfera, donde la fricción del reingreso provoca su combustión. Además, se desconoce en gran parte el material utilizados por las empresas para fabricar estos satelites.
El PIRG le pide en su informe a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos eliminar la exclusión categórica que no le exige a los satélites comerciales de órbita baja para internet someterse a una revisión medioambiental. A su vez, alienta a la Comisión a detener el lanzamiento de un nuevo satélite de este tipo sin antes pasar por tal inspección. Los interesados en esta petición no quieren impedir que los satélites orbiten, solo exigen saber si esta proliferación perjudica al planeta.