Ciudad de México,
Jorge Cerino
Crédito foto: Freepik
Desde el comienzo de la exploración espacial, con el lanzamiento del primer satélite soviético Sputnik, en 1957, numerosos satélites más han sido puestos en órbita alrededor de la Tierra. No obstante, al dejar de funcionar, los escombros de estos aparatos permanecen en el espacio, generando desechos espaciales. Organismos como la estadounidense Red de vigilancia espacial o la Agencia Espacial Europea (ESA) calculan la existencia de casi tres mil satélites muertos en la órbita terrestre. También se calculan cerca de 900 mil pedazos de escombro que, aún con una longitud menor a 10 centímetros, tienen la capacidad de ocasionar accidentes catastróficos de colisionar con algún satélite. Debido al problema creciente de la basura espacial, los científicos buscan soluciones para hacer frente a la situación.
El kevlar, aluminio y otras aleaciones de este metal forman parte de los componentes principales en la mayoría de los satélites. Esto por su capacidad de soportar temperaturas extremas y la exposición constante a la radiación en el vacío espacial. Sin embargo, los científicos confirman, son estas características las que permiten su permanencia en órbita aún cuando finaliza su tiempo de vida, contribuyendo a aumentar la cantidad de basura espacial alrededor del planeta. Debido a esto, la empresa japonesa Sumitomo Forestry y científicos de la Universidad de Kyoto dieron a conocer un proyecto conjunto para probar el uso de madera como componente en la construcción de satélites. Según anunciaron a finales de diciembre de 2020, los científicos comenzarán su proyecto con experimentos diseñados para probar diferentes tipos de madera en ambientes extremos como los del espacio.
Además de amenazar la integridad de otros satélites, la basura espacial tiene otros efectos negativos. Científicos han descubierto también que el aluminio de los satélites se desintegra cuando un satélite regresa a la Tierra, creando cientos o miles de partículas pequeñas de alúmina u óxido de aluminio. Estas partículas terminan flotando en la atmósfera de la Tierra durante muchos años, potencialmente ocasionando un problema ambiental conforme aumente la cantidad de satélites muertos reingresando a la Tierra, pues genera un excedente de basura espacial. En contraste, los satélites construidos con madera se quemarían por completo al entrar a la atmósfera terrestre. Además, una capa exterior de madera permitiría el paso directo de ondas electromagnéticas a través de ella. Con esto, las antenas podrían colocarse dentro de las estructuras del satélite, posibilitando diseños más simples y de fácil implementación. Según Sumitomo Forestry y la Universidad de Kyoto, podrían tener un producto listo para pruebas en 2023.
Para abordar también el tema de la basura espacial, la ESA otorgó un contrato de 86 millones de euros a la startup suiza ClearSpace SA. Dicho contrato tiene como objetivo realizar la primera remoción de escombro de la órbita espacial, en 2025, mediante la misión bautizada ClearSpace-1. La misión reunirá, capturará y desmontará la parte superior del vehículo de lanzamiento espacial europeo Vega, abandonado como residuo en una órbita de eliminación gradual en 2013. El objetivo final será traerlo de vuelta a la Tierra. De acuerdo con el director general de ESA, llevar a cabo este tipo de misiones de recolección de basura espacial será esencial conforme crece la cantidad de satélites artificiales en órbita. Con este contrato, además, podría estarse inaugurando un nuevo sector comercial en el espacio.
En un futuro próximo se espera que la cantidad de satélites alrededor de la Tierra aumente rápidamente. De no tomar medidas respecto al problema de la basura espacial, muchas órbitas podrían volverse inservibles y aumentaría el riesgo de colisiones con satélites y misiones humanas. Por este motivo, los científicos trabajan para proponer soluciones las cuales permitan continuar el desarrollo de la tecnología satelital mientras mantienen la seguridad de la órbita y la atmósfera terrestre.