Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
Un estudio publicado en la revista Neuron revela que la caída del rendimiento bajo presión no es exclusiva de los humanos, ya que también afecta a los monos rhesus. Investigadores de la Universidad Carnegie Mellon, liderados por el neurocientífico Steven Chase, analizaron cómo reacciona el cerebro ante situaciones de alto riesgo y alta recompensa, descubriendo que la actividad neuronal relacionada con la preparación motora disminuye en estos escenarios.
El experimento consistió en una tarea en la que los monos debían mover un cursor con precisión, recibiendo distintas recompensas según su desempeño. Las mayores recompensas, descritas como "premios gordos", generaron una alta presión y, sorprendentemente, redujeron la actividad de las neuronas encargadas de la preparación motora. Esta reducción impactó negativamente el rendimiento de los monos, de manera similar a lo que sucede cuando los humanos experimentan "ahogo" en situaciones estresantes, como en deportes o en momentos clave de toma de decisiones.
Actividad neuronal
Los científicos colocaron chips con electrodos en el cerebro de los monos, concretamente en la corteza motora, región clave para el control de los movimientos. La disminución de la actividad neuronal en esta área mostró que el cerebro no estaba listo para actuar de manera óptima en escenarios de alta recompensa. Bita Moghaddam, neurocientífica de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón, comentó que este estudio ayuda a entender cómo el comportamiento relacionado con la recompensa no siempre mejora con mayores incentivos, sugiriendo que existe un punto óptimo más allá del cual el rendimiento empieza a decaer.
Los investigadores denominaron esta tendencia la "hipótesis del sesgo neuronal". A medida que aumenta la recompensa, la actividad neuronal alcanza un pico de preparación, pero si el incentivo sigue subiendo, el cerebro entra en un estado de sobreestimulación, alejándose de su punto óptimo para el desempeño. Ahora, el equipo se enfoca en investigar si es posible evitar este "ahogo" mediante técnicas de retroalimentación cerebral, con la esperanza de aplicar estos descubrimientos en humanos en el futuro.
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