Ciudad de México ,
Carlos Ortíz
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Incorporar caminatas moderadas en la rutina diaria podría ser clave para preservar la salud cognitiva en adultos mayores. Así lo sugiere un estudio publicado el 3 de noviembre en Nature Medicine. El mismo indica que los niveles relativamente bajos de actividad física están asociados con un enlentecimiento del deterioro cognitivo entre personas con signos biológicos tempranos de Alzheimer.
La investigación fue realizada en el contexto del Estudio del Envejecimiento Cerebral de Harvard y analizó durante un periodo de hasta 14 años a 296 personas de entre 50 y 90 años. Ninguna de ellas presentaba síntomas cognitivos al inicio del seguimiento. A los participantes se les realizaron escáneres cerebrales, evaluaciones periódicas de memoria y se les pidió usar podómetros para registrar el número de pasos diarios.
En los resultados revelaron que, en personas con altos niveles de β-amiloide —una proteína asociada con riesgo de Alzheimer— caminar entre 3 mil y 5 mil pasos al día se relacionó con una ralentización del deterioro cognitivo de hasta tres años. Quienes alcanzaron entre 5 mil y 7 mil 500 pasos diarios, el retraso promedio fue de siete años.
"La conclusión más alentadora es que incluso un poco de ejercicio parece ser beneficioso", afirmó Wai-Ying Wendy Yau, médica e investigadora en trastornos de la memoria de la Facultad de Medicina de Harvard y coautora del estudio. También señaló que no es necesario llegar a los 10 mil pasos por día, una meta común que puede ser difícil para personas mayores.
Entre quienes presentaban niveles bajos de β-amiloide en el cerebro, la actividad física no tuvo impacto significativo en la trayectoria cognitiva. De acuerdo con los autores, esto refuerza la idea de que los beneficios se concentran en individuos con riesgo elevado de Alzheimer.
Los escáneres cerebrales permitieron detectar una relación directa entre el ejercicio físico y una menor acumulación de proteína tau, otro marcador clave de la enfermedad. En contraste, los niveles de β-amiloide continuaron incrementándose sin cambios relevantes entre los distintos niveles de actividad. "El equipo de investigación hizo un excelente trabajo al sugerir que parte del mecanismo subyacente a la asociación entre la actividad física y un menor riesgo de enfermedad de Alzheimer se relaciona con la acumulación de tau", señaló Kristine Yaffe, neurocientífica de la Universidad de California en San Francisco.
Jasmeer Chhatwal, coautor del estudio y médico especializado en memoria de la misma institución, destacó la importancia de intervenir en personas con riesgo elevado. "Son las más propensas a sufrir un deterioro con el tiempo y, por lo tanto, constituyen una población ideal para intervenir y evitar el sedentarismo", explicó.