Ciudad de México,
Jorge Cerino
Crédito foto: Polina Tankilevitch from Pexels
Ante la expansión de coronavirus y con miras a futuro, diversas agencias de salud señalan los beneficios de conocer la cantidad de personas que han sido infectadas con el virus SARS-CoV-2. Para obtener esta información recomiendan la aplicación de pruebas serológicas a través de muestreos de diferentes escalas, propósitos, ubicaciones y poblaciones estudiadas.
Cuando una persona se infecta con SARS-CoV-2, su sistema inmune produce anticuerpos específicos para combatir el virus. Una prueba serológica o de seroprevalencia se utiliza para localizar estos anticuerpos en el suero de la sangre, con lo que determina si persona estuvo enferma de Covid-19, haya tenido o no síntomas de la enfermedad.
Los anticuerpos aparecen una o dos semanas después de los primeros síntomas. Considerando que los síntomas pueden desarrollarse de dos a tres semanas después de la infección, estas pruebas no deben ni pueden ser usadas en el diagnóstico de un caso activo de la enfermedad. Para esto, el protocolo es recurrir a una prueba de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés): Estas pruebas detectan el material genético del virus en el cuerpo, para determinar una infección activa.
Un resultado negativo en una prueba de seroprevalencia puede significar cosas distintas: la persona no ha sido infectada; existió una infección, pero la respuesta inmune no fue lo suficientemente fuerte para desarrollar anticuerpos; o la enfermedad aún se encuentra en una etapa temprana y el paciente aún no los desarrolla.
Actualmente, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (o CDC, como son conocidos en inglés) contemplan el uso de pruebas serológicas en su estrategia contra el Covid-19. Con ellas, buscan entender mejor el comportamiento de la enfermedad, al analizar los casos que las pruebas PCR no consideran personas infectadas pero asintomáticas o con síntomas leves quienes no buscan atención médica.
Las pruebas de la CDC podrían responder efectivamente a las siguientes preguntas: ¿Cuánta población de los Estados Unidos ha sido infectada? ¿Cómo cambia esta cifra a través del tiempo? ¿Cómo se comporta la enfermedad en relación a factores como la edad, locación, o condiciones médicas previas?
Estos muestreos serológicos pueden rastrear el progreso de la enfermedad en la población a través del tiempo, ayudándose del porcentaje de personas a quienes se les detectan los anticuerpos para el SARS-CoV-2. De esta forma pueden conocer cuánta gente no se ha infectado y planear medidas sanitarias más efectivas con base en esta información. Los muestreos de seroprevalencia también pueden ayudar a entender cómo actúa la enfermedad en los casos que presentan factores de riesgo, al estudiar la edad, la locación y las enfermedades previas de las personas. Asimismo, estas pruebas serían útiles para determinar cuánto tiempo permanecen los anticuerpos en la sangre después de la infección.