Cardenal Aguiar dedica lavado de pies a víctimas de problemáticas sociales de México

 18-04-2025
Judith Moreno
   
Portada | Actualidad
Foto: X @ArquidiocesisMx

Foto: X @ArquidiocesisMx

Durante la misa del Jueves Santo en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, el cardenal Carlos Aguiar Retes realizó un gesto inédito dentro de las ceremonias litúrgicas de Semana Santa. En presencia de cientos de fieles, dedicó el tradicional lavatorio de pies a personas representantes de tres sectores quienes encarnaban profundas problemáticas sociales: madres buscadoras, migrantes y familiares de víctimas de suicidio.

Representantes de colectivos como Uniendo Esperanzas Estado de México y Una Luz en el Camino acudieron al acto con fichas de búsqueda y retratos de sus seres queridos desaparecidos. Esta acción evidenció una escena cargada de simbolismo, en la cual se integraron causas vinculadas al dolor humano dentro del centro litúrgico del catolicismo mexicano. La Arquidiócesis Primada de México informó que la ceremonia tenía por objetivo expresar acompañamiento hacia personas quienes enfrentan pérdidas y desarraigos.

Los participantes del rito fueron seleccionados en grupos de cuatro, agrupando a quienes padecen consecuencias del fenómeno migratorio, la desaparición forzada y el suicidio. Esta decisión otorgó visibilidad a sectores cuyos, con frecuencia, experimentan marginación institucional o social. Según cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), en México hay más de 110 mil personas reportadas como desaparecidas, esta cifra refleja la dimensión del fenómeno al cual pertenecen muchas de las familias representadas en la ceremonia.

Además del impacto espiritual del rito, el acto se convirtió en un espacio para la expresión pública de los familiares de personas ausentes. Durante el evento, algunas madres realizaron oraciones dirigidas a sus hijas e hijos desaparecidos, solicitando fuerza para continuar su búsqueda. El gesto del lavatorio de pies, inspirado en el pasaje bíblico de la Última Cena, fue interpretado dentro del marco litúrgico como un acto de servicio y humildad ante quienes viven con sufrimiento persistente.

El segmento dedicado a los migrantes resalta una realidad con creciente relevancia en la agenda pública. Datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) señalan que, durante 2023, más de 700 personas migrantes fallecieron en tránsito por territorio mexicano, cifra que representa los riesgos enfrentados por esta población. En este contexto, la inclusión de personas migrantes en un acto religioso masivo introduce una dimensión humanitaria a las prácticas tradicionales de la Iglesia católica en el país.

Al abordar también a familiares de personas que se suicidaron, la ceremonia introdujo una temática poco abordada desde espacios litúrgicos. Según estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el suicidio constituye una de las principales causas de muerte entre jóvenes en México, con tasas en aumento en los últimos cinco años. Incluir esta causa dentro de un acto religioso representa un reconocimiento a un problema de salud pública en crecimiento.

Este rito conservó el significado tradicional conferido por la liturgia e integró una lectura social contemporánea. La ceremonia se realizó bajo los principios de respeto y sobriedad, elementos distintivos de los ritos religiosos de la Semana Santa. No se incluyeron discursos, solo acciones destinadas a colocar en el centro a personas con historias representativas del dolor presente en distintos sectores de la sociedad mexicana.




DESCARGA LA NOTA  SÍGUENOS EN GOOGLE NEWS