Foto: SRE
El expolio arqueológico es una de las mayores amenazas para el patrimonio cultural de México. La extracción ilegal de bienes no solo representa una pérdida material, sino también la descontextualización de los objetos, lo que dificulta su estudio y comprensión.
Según Enrique Álvarez Tostado, coordinador nacional de Asuntos Jurídicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), muchas piezas recuperadas recientemente, como las 101 provenientes de Italia, carecen de información sobre su origen exacto debido a su saqueo. Esto afecta la capacidad de los especialistas para determinar su procedencia y antigüedad, estimada entre 900 a.C. y el siglo XVI.
A pesar de los esfuerzos por frenar este delito, el mercado negro de artefactos arqueológicos sigue siendo un problema global. Especialistas instan a fortalecer las leyes y la cooperación internacional para combatir el robo y la comercialización de estos bienes. Mientras tanto, el trabajo de identificación y restauración sigue siendo una tarea ardua pero esencial para preservar la historia y cultura del país.
El impacto del saqueo no solo afecta a los investigadores, sino también a las comunidades locales, quienes pierden parte de su identidad y legado. En muchos casos, los objetos robados terminan en colecciones privadas, lejos del acceso público y del contexto que les da significado. Por ello, las campañas de sensibilización y educación también son fundamentales para prevenir futuros saqueos.
El INAH y otras instituciones continúan trabajando en estrecha colaboración con países aliados para garantizar la devolución de bienes culturales. Cada pieza recuperada es un recordatorio de la importancia de proteger el patrimonio como un bien colectivo que enriquece la identidad nacional.
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