Foto: Sergio F Cara (NotiPress)
Donald Trump no solo se salvó por un milímetro de ser asesinado por la bala que rozó su oreja, sino que además se convirtió en un mártir en vida para los republicanos, lo cual puede verse reflejado sustancialmente en la intención de voto de una gran porción de estadounidenses. Para el nuevo gobierno mexicano, una posible reelección de Trump pone en peligro los planes de nearshoring y sus expectativas de recibir grandes cantidades de inversión extranjera de empresas chinas, las cuales buscan ubicarse en regiones cercanas al mercado norteamericano.
Para prepararse ante un Trump 2.0, el futuro gobierno de Claudia Sheinbaum eligió a ciertas figuras para que la acompañen, las cuales no son afines a la presidenta electa, pero saben cómo trabajar con Trump a la cabeza del país norteamericano. Una de esas figuras es Marcelo Ebrard, el secretario de Relaciones Exteriores de México, quien fue puntualmente señalado por Donald Trump.
El expresidente contó que había solicitado 28 mil soldados en la frontera con México para contener el flujo migrante, pero como los negociadores mexicanos se "burlaron de él", Trump impuso a Ebrard que por cada auto exportado a Estados Unidos le iban a cobrar a México un 25% de aranceles. Pese a que la noticia publicada por varios medios fue que Trump se había burlado de Ebrard por su IQ, esto significó de todas formas una excelente oportunidad para Claudia Sheinbaum para salir a defenderlo y posicionarlo mejor en su gabinete.
Con respecto a los planes ambivalentes de México de mantener tratados con las dos mayores potencias comerciales, Trump no solo intensificará la guerra comercial con China, sino que además buscará impulsar un nearshoring lejos de México y uno propio para Estados Unidos. Un panorama bastante desalentador teniendo en cuenta que, a pesar de que no haya un país más cercano que México, las inversiones extranjeras nuevas incluso han sido en 2023 y 2024 menores a las que ya llegaban en 2018.
En efecto, si la estrategia del próximo gobierno es utilizar inversiones chinas y dirigirlas a Estados Unidos entonces, los principales arquitectos de este plan se dejaron llevar por la cercanía entre ambos países y los tratados de libre comercio. No obstante, Trump no permitiría estos movimientos muy fácilmente.
Aun así, las inversiones no han llegado ni parecen llegar, ya que México no garantiza la infraestructura necesaria para que esas inversiones pisen suelo mexicano. Con la sequía y la saturación eléctrica, no hay energía suficiente para acoger un nearshoring sustancial.
Por lo tanto, Trump es un obstáculo más para los motores económicos de México. Para colmo, la revisión del T-MEC será una oportunidad para el potencial presidente norteamericano para ejercer más presión sobre el gobierno de Claudia Sheinbaum. Además de los constantes temas con los que el gobierno estadounidense ha presionado al mexicano, como la inmigración y el narcotráfico.
Trump, en definitiva, representa un desafío inconmensurable para el gobierno de Sheinbaum no solo por su constante presión, sino porque las políticas del republicano pueden echar por tierra los planes económicos de la nueva administración. Frente a esto, el mayor error que puede cometer México es pensar que, porque ya lo conoce, podrá manejar a Trump sin problemas. El potencial mandatario no es el mismo de hace 4 años, esta vez viene recargado, y en un contexto mundial marcado por la guerra comercial con China, Trump puede aplicar políticas mucho más proteccionistas para Estados Unidos y cerrarle las puertas a todos, incluso a su vecino más cercano, México.
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