
Foto: Axel Olivares (Composición/NotiPress)
Tras el anuncio del presidente estadounidense Donald Trump sobre un bloqueo total a buques sancionados vinculados con Venezuela, gobiernos latinoamericanos comenzaron a definir sus posiciones diplomáticas. Brasil ofreció su mediación directa entre Caracas y Washington. México, por su parte, reafirmó su postura de no intervención, sin reconocer al liderazgo opositor venezolano ni emitir juicio sobre la legitimidad de Nicolás Maduro.
Durante su conferencia del 19 de diciembre, la presidenta Claudia Sheinbaum expresó que México mantiene comunicación con países del continente americano y de otras regiones. Además, declaró su disposición para convocar a actores internacionales en busca de una solución pacífica, siempre bajo mecanismos contemplados por la Organización de las Naciones Unidas.
En su conferencia matutina, Sheinbaum reiteró que la política exterior del país responde a principios constitucionales, entre ellos el respeto a la soberanía de los Estados y la autodeterminación de los pueblos. Subrayó que cualquier participación de su gobierno en asuntos internacionales debe enmarcarse en estos lineamientos.
Bajo el mismo contexto, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, confirmó que sostuvo conversaciones por separado con Donald Trump y Nicolás Maduro, y reafirmó su intención de actuar como mediador en el conflicto.
Sheinbaum no ha emitido comentarios acerca de la legitimidad de Maduro en el poder, pero también ha evitado pronunciarse sobre la entrega del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado. "La última vez dije sin comentarios y sigo diciendo sin comentarios", declaró el 11 de diciembre, tras la ceremonia en la que la hija de Machado recibió el galardón en representación de su madre.
Ese día, desde Palacio Nacional, insistió en que respaldar la no intervención es una obligación constitucional: "Sería gravísimo (…) que la presidenta de México estuviera de acuerdo con alguna intervención. Porque estaría incluso violando la Constitución". También exhortó a Naciones Unidas a desempeñar un papel activo para prevenir cualquier escalada en la región.
A pesar de que el proceso electoral de 2024 en Venezuela no fue acompañado por un conteo público, México envió a un representante oficial a la toma de posesión de Nicolás Maduro. Esta participación fue interpretada como un reconocimiento de facto por parte del gobierno mexicano.
De forma opuesta, frente a la situación política en Perú, el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador estuvo marcada por fricciones con el Gobierno de Dina Boluarte tras la destitución de Pedro Castillo. El entonces mandatario llegó a calificarla como "espuria" y "usurpadora", lo cual evidenció un tratamiento diferente al aplicado en el caso venezolano.
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