Foto: Sergio F Cara (NotiPress)
El exceso de colesterol forma placas que obstruyen las arterias y pueden provocar complicaciones cardíacas. Afortunadamente, existen medicamentos para reducir el colesterol llamados "estatinas" e intervenciones en el estilo de vida como regímenes dietéticos y de ejercicio. Aun así, una nueva investigación afirma que hay otra clase de lípidos que pueden contribuir a la formación de placas arteriales y a la enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ASCVD).
Publicado en Cell Metabolism, el estudio llevado a cabo por el equipo de investigadores del Instituto Salk demuestra cómo una clase de lípidos conocidos como esfingolípidos, y no solo el colesterol, juegan un papel crucial en la progresión de estas afecciones. Este hallazgo abre nuevas posibilidades para terapias más específicas y efectivas que podrían transformar el tratamiento de enfermedades cardíacas.
La investigación, liderada por el profesor Christian Metallo, se centró en analizar cómo las grasas trans, comúnmente presentes en alimentos procesados, se convierten en esfingolípidos a través de una enzima clave llamada SPT. Este proceso metabólico, explican los autores, fomenta la secreción excesiva de lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) desde el hígado hacia el torrente sanguíneo, lo que a su vez acelera la formación de placas ateroscleróticas en las arterias.
"Se han realizado muchos estudios que investigan cómo las grasas trans aumentan el riesgo cardiovascular, pero siempre se vuelve al colesterol", afirmó Metallo, titular de la cátedra Daniel y Martina Lewis en Salk. "Queríamos analizarlo desde otro punto de vista que omitiera el colesterol como factor y encontramos una enzima y una vía relevantes para la enfermedad cardiovascular a las que potencialmente podemos dirigirnos terapéuticamente", comentó la investigadora.
Al administrar a ratones dietas altas en grasas trans pero bajas en colesterol durante 16 semanas, monitorearon el metabolismo de estas grasas y observaron que las grasas trans eran incorporadas preferentemente en esfingolípidos, aumentando la secreción de lipoproteínas VLDL. Este mecanismo promovió no solo la formación de placas arteriales, sino también problemas metabólicos como hígado graso e insulinoresistencia.
En contraste, los ratones que consumieron dietas ricas en grasas cis, presentes en alimentos naturales como el pescado o las nueces, mostraron un menor impacto en la salud cardiovascular. La diferencia radica en la estructura de las grasas: mientras las grasas cis tienen una forma "torcida" que dificulta la compactación, las grasas trans poseen una estructura recta que facilita la formación de bloqueos arteriales.
Uno de los descubrimientos más destacados fue la capacidad de inhibir la enzima SPT para reducir significativamente la progresión de la aterosclerosis en ratones. Esta estrategia plantea una alternativa al tratamiento convencional con estatinas, ofreciendo nuevas posibilidades para abordar la ASCVD desde un enfoque más integral.
A pesar de los esfuerzos internacionales por eliminar las grasas trans de los alimentos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que casi 4 mil millones de personas seguirán expuestas a estos compuestos peligrosos en 2024 debido a la falta de regulación en muchos países. Los resultados del estudio podrían ayudar a diseñar políticas y tratamientos más efectivos para proteger a las poblaciones en riesgo.
Según el equipo de Salk, este descubrimiento es solo el comienzo. Actualmente, están explorando una subunidad específica de la SPT que podría ser responsable de regular selectivamente la secreción de lípidos peligrosos desde el hígado. Con esta información, esperan desarrollar medicamentos que complementen o incluso reemplacen a las estatinas en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares.
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