Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
Investigadores del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL, CONICET-UNL) en Argentina y el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) de España publicaron un estudio en la revista New Phytologist que podría tener un impacto significativo en la producción agrícola global. El trabajo aporta nuevos conocimientos sobre la regulación del crecimiento de las plantas, proporcionando posibles soluciones para optimizar cultivos de cara a las necesidades alimentarias futuras.
Publicado a inicios de 2024, el estudio se centra en los factores de transcripción denominados TCP, proteínas clave que regulan el crecimiento vegetal al interactuar con el ADN y activar o desactivar ciertos genes. La investigación pone el foco en los factores TCP14 y TCP15, descubriendo que estos promueven el desarrollo de las ramas axilares en las plantas. Estas ramas son cruciales porque de ellas emergen las flores, y por ende, los frutos.
Arabidopsis thaliana
El trabajo experimental se realizó en la planta modelo Arabidopsis thaliana, que comparte muchos genes con cultivos de gran importancia económica, como el trigo o el maíz. Se observó que TCP14 y TCP15 no solo regulan la transcripción del gen BRC1, un represor del crecimiento de ramas, sino que también interactúan directamente con él, activando otros genes clave para la ramificación.
Leandro Lucero, investigador principal del CONICET, explicó: "Es clave descubrir que TCP14 y TCP15 regulan de manera directa y específica ciertos genes en común con BRC1, pero en lugar de reprimir, promueven la ramificación axilar". Además, añadió que este descubrimiento tiene gran interés agronómico, ya que una mayor ramificación implica más flores y frutos, lo cual incrementa el rendimiento agrícola.
Potencial agronómico
Este mecanismo, comparado con un sistema de riego con doble control, asegura que las plantas desarrollen ramas y flores en los momentos adecuados, evitando un crecimiento desmedido. El impacto de estos factores en la arquitectura de las plantas representa una oportunidad para diseñar cultivos que gestionen mejor sus recursos y sean más productivos bajo diversas condiciones climáticas.
El estudio refuerza la idea de que los avances en biotecnología agrícola, basados en la comprensión molecular del crecimiento vegetal, pueden ser la clave para mejorar los rendimientos agrícolas y enfrentar los desafíos alimentarios del futuro.
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