Rusia amplía su influencia en México mediante inversiones, medios y redes políticas, según el CSD. El informe advierte riesgos para la democracia mexicana
Rusia no solo pelea en territorio ucraniano, para el Kremlin, el campo de batalla se extiende a todo el hemisferio occidental. Sin embargo, en este espacio no priman las bombas o los drones, sino más bien la influencia. El objetivo encubierto es dinamitar la presencia estadounidense entre sus aliados y así, debilitar a su principal rival en la lucha por el orden mundial. Uno de los países claves en este plan es México, cuya cercanía a Estados Unidos lo convierte en un espacio prioritario para Rusia.
De acuerdo con un informe del Centro para el Estudio de la Democracia (CSD, por sus siglas en inglés), Rusia ha intensificado su presencia en México mediante una estrategia de influencia asimétrica que combina inversiones estratégicas, medios de comunicación prorrusos, redes políticas y operaciones encubiertas. El estudio, titulado "El Manual del Kremlin en México", advierte que estas acciones representan un riesgo creciente para la resiliencia democrática del país y la estabilidad regional.
Para llevar a cabo la estrategia de soft power, Rusia ha sostenido un plan muy sigiloso al enraizarse por medio de varias inversiones, afirma CSD. Desde 2015, empresas rusas como Lukoil y DEA han penetrado el sector energético mexicano con inversiones superiores a los 1,200 millones de dólares. Lukoil opera campos clave como Ichalkil y Pokoch, con una producción proyectada de hasta 115,000 barriles diarios. Estas operaciones se han desarrollado a pesar de las sanciones occidentales, y en algunos casos, con vínculos señalados con exfuncionarios de Pemex.
El informe también expone que México importó volúmenes relevantes de fertilizantes, diésel y carbón rusos, insumos clave para la agricultura y el transporte. Esta dependencia en ascenso puede ser utilizada por Moscú, señala el informe, como herramienta de presión geopolítica. Paralelamente, el Kremlin mostró un interés precipitado en ofrecer gas natural licuado y tecnología energética como alternativas a la hegemonía estadounidense en el sector.
Mientras tanto, en el ámbito político, Rusia ha fortalecido vínculos con el oficialismo mediante el Grupo de Amistad México-Rusia en la Cámara de Diputados, dominado por legisladores del partido Morena. Estas redes, según el documento, permiten la difusión de narrativas favorables al Kremlin en foros legislativos y académicos. La diplomacia informal es llevada a cabo también por el desarrollo de centros culturales, intercambios académicos y becas dirigidas a jóvenes mexicanos. Si bien pueden parecer simples iniciativas, el informe apunta a que todas son pequeñas raíces para penetrar en la democracia mexicana.
Uno de los canales más efectivos ha sido el mediático. Plataformas como RT en Español y Sputnik Mundo han ganado tracción digital en México. Ambos medios no solo replican contenidos antioccidentales sino que además han sido acusados de ampliar la desinformación en la región. La presencia en México es tal que incluso se han instalado pantallas con contenidos de RT en estaciones del Metrobús de la capital, con respaldo de autoridades locales.
Además de las redes de influencia, el informe alerta sobre la fuerte presencia de agentes de inteligencia rusas en México. Desde 2022, año en el que comenzó la guerra en Ucrania, el número de diplomáticos acreditados aumentó un 60%, y varios reportes sugieren su vinculación con operaciones de la Agencia de Inteligencia Militar Extranjera (GRU) y el Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (SVR). Asimismo, se detectaron flujos migratorios de ciudadanos rusos que podrían haber sido aprovechados para infiltraciones encubiertas, incluyendo la detención en 2025 de un exintegrante del grupo Wagner en la frontera con Texas.
De acuerdo con el CSD, "el Kremlin ha buscado constantemente expandir su influencia explotando las vulnerabilidades estructurales de México, su ambivalencia hacia Washington y sus vínculos regionales con los aliados más cercanos de Moscú". Además, señala que "los actores rusos siguen navegando por las redes políticas de México para mantener su influencia, aprovechando la corrupción de las élites, los vínculos personales y la falta de un sólido sistema de control de inversiones y de seguridad económica por parte del Estado en materia de hidrocarburos".
Finalmente, el documento propone reforzar la transparencia financiera, la vigilancia sobre inversiones extranjeras y la cooperación internacional para frenar los riesgos de captura estatal. También sugiere medidas para contener campañas de desinformación y proteger la integridad de las instituciones democráticas mexicanas.