¿Puede surgir un atasco sin razón aparente? Un experimento japonés demostró que basta una mínima variación en la velocidad para detener el flujo
Un equipo interdisciplinario en Japón logró replicar un atasco de tránsito sin accidentes, obras viales ni semáforos. Para ello, bastó un experimento circular donde 22 autos en movimiento uniforme terminaron formando una fila detenida tras una alteración mínima. Este fenómeno fue documentado por Yuki Sugiyama y otros siete investigadores en una publicación del New Journal of Physics.
La prueba se publicó en 2008 y consistió en una pista cerrada de 230 metros. Los participantes fueron instruidos para mantener una velocidad constante de 30 km/h y conservar una separación similar entre vehículos. Con estas condiciones, el flujo se mantuvo estable durante algunos minutos. Sin embargo, pequeñas variaciones en la distancia entre autos comenzaron a amplificarse con el paso del tiempo. Eventualmente, algunos vehículos debieron frenar por completo, generando una secuencia de paradas en cadena que se desplazó en sentido contrario al avance del tráfico.
Investigadores identificaron este comportamiento como una consecuencia directa del aumento en la densidad vehicular. La transición de un flujo libre a uno congestionado fue descrita como un fenómeno colectivo, comparable con los cambios de estado en sistemas físicos fuera del equilibrio. Según los autores, el atasco no depende de un estímulo externo, sino de la inestabilidad provocada por la interacción entre los autos en movimiento.
En lugar de buscar causas visibles, el experimento sugiere enfocar la atención en las condiciones internas del sistema vial. La clave radica en un umbral crítico de densidad: una vez superado, cualquier oscilación en la velocidad puede crecer hasta romper el equilibrio del flujo. Esta observación ya había sido planteada en modelos matemáticos previos, pero no se había comprobado con una prueba real hasta entonces.
Un estudio en Ciudad de México entre 2020 y 2024 de la Secretaría de Movilidad señala que la infraestructura no fue diseñada para ser integrada ni multimodal, lo que causa desorganización y sobrecarga del sistema. Esta visión sistémica es congruente con el enfoque del experimento japonés, centrado en las condiciones internas del flujo vial.
La dinámica observada en la prueba japonesa, donde la densidad vehicular desencadenó bloqueos sin causas externas, encuentra paralelismos en los patrones de saturación vial descritos para la Ciudad de México. Según el diagnóstico técnico del Programa Integral de Movilidad, el crecimiento del parque vehicular y la falta de infraestructura integrada provocan velocidades promedio de hasta 6 km/h en hora pico, incluso sin incidentes viales. Esta coincidencia sugiere que la congestión puede entenderse como un fenómeno emergente, resultado de la interacción entre unidades en condiciones de alta densidad, sin necesidad de factores visibles que la detonen.
Además, la investigación comparó los resultados obtenidos con datos de tránsito real en autopistas. Las velocidades de propagación del atasco coincidieron con los valores registrados en situaciones habituales de congestión: unos 20 km/h en sentido inverso al tránsito, sin importar la cantidad de autos involucrados. Este hallazgo permitió establecer una relación entre las simulaciones en pista cerrada y los comportamientos observados en vías abiertas.
Durante las pruebas, incluso ligeros errores en el mantenimiento del ritmo bastaron para desestabilizar la circulación. El patrón de formación del atasco se repitió en distintas configuraciones, lo cual permitió reforzar la hipótesis de que no se requiere un cuello de botella para que surjan este tipo de bloqueos viales.
Como resultado, el trabajo de Sugiyama y su equipo introdujo evidencia experimental sobre un fenómeno cotidiano aún poco comprendido. La congestión vial espontánea, lejos de ser un producto exclusivo de fallas en la infraestructura, puede surgir debido a la dinámica colectiva entre conductores y vehículos en movimiento.