
Foto: Gustavo Torres (NotiPress)
Los residentes del Valle de Toluca invierten 116 horas anuales en congestionamientos viales, cifra calculada por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Esa cantidad equivale a casi cinco días completos y permite dimensionar el impacto en la vida diaria al compararse con jornadas laborales, actividades recreativas o recorridos alternativos.
En términos de productividad, 116 horas representan casi tres semanas de trabajo de 40 horas. Significa que cada habitante podría completar la carga laboral de medio mes adicional si ese tiempo se destinara a una oficina o comercio. También podría usarse en actividades personales, como la lectura de varias novelas, el estudio de un curso en línea o la práctica de un deporte durante meses.
Traslados prolongados en la capital mexiquense reducen además espacio para la convivencia familiar. Quien dedica cinco días al año dentro de un automóvil o autobús pierde el equivalente a pasar 116 horas con hijos o padres. Ese lapso permitiría ver de inicio a fin varias temporadas de una serie televisiva, algo impensable para miles de personas que enfrentan embotellamientos en Paseo Tollocan, Alfredo del Mazo o López Mateos.
Expansión urbano profundiza las dificultades. De acuerdo con el Programa Nacional de Desarrollo Urbano (PNDU), la mancha urbana del Valle de Toluca se multiplicó 26.9 veces en las últimas décadas, mientras la población solo aumentó cuatro. El Plan de Desarrollo Municipal de Toluca 2025-2027 precisa que el suelo urbano ya ocupa 175.84 kilómetros cuadrados, habitados por 910 mil 608 personas.
Concentración demográfica alcanza hoy 5 mil 177 habitantes por kilómetro cuadrado, cifra inferior a la registrada en el Valle de México. Ese dato confirma una expansión horizontal que obliga a traslados más largos a los ciudadanos. En este escenario, colectivos ciudadanos subrayan la falta de transporte público eficiente y la creciente dependencia del automóvil.
El activista Dante Álvarez Jiménez declaró: "Es el crecimiento exponencial de los vehículos privados, los cuales ocupan más de doce metros cuadrados de espacio en la vialidad y frecuentemente no llevan a más de uno o dos pasajeros". Según su observación, la precariedad en el servicio público durante cuatro décadas impulsó a muchas familias a comprar autos, lo que se tradujo en mayor saturación.
Igualmente, el tiempo invertido también tiene un costo económico y social. "Estar tanto tiempo sentado en un vehículo repercute en la salud, incrementa enfermedades crónicas y genera gastos adicionales", advirtió Álvarez. En entrevista con El Sol de Toluca añadió que "cuando la ciudad colapsa por lluvia, todos los ejes municipales y estatales se ven comprometidos, no porque estén llevando a mucha gente, sino porque hay demasiados autos ocupando espacio".
Estimaciones en aplicaciones de tráfico revelan cómo trayectos de 20 minutos en condiciones normales se extienden hasta 90 en horarios críticos. Esa magnitud muestra cómo la movilidad en el Valle de Toluca implica no solo pérdida de tiempo, sino también la renuncia a actividades personales, recreativas o laborales capaces de ocupar esas 116 horas anuales.
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