Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress)
La digitalización ha emergido como una herramienta poderosa para transformar las cadenas de suministro, mejorando la sostenibilidad económica, social y ambiental. Sin embargo, este avance también revela una preocupante brecha: casi dos tercios de la población en los países menos adelantados (PMA) ni siquiera tienen acceso a Internet. De acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF), este hecho subraya la necesidad de garantizar que los beneficios de la digitalización sean accesibles para todos, evitando que la exclusión digital amplíe aún más las desigualdades existentes.
Mientras que tecnologías como la inteligencia artificial (IA), la cadena de bloques, y el Internet de las Cosas (IoT) están impulsando una mayor eficiencia y reduciendo la huella ambiental en las cadenas de suministro globales, muchos habitantes de los PMA siguen al margen de estos avances. La digitalización demuestra ser eficaz para reducir inventarios, minimizar desechos y ahorrar costos, pero su impacto no se siente de manera equitativa. Sin un acceso inclusivo a Internet, gran parte de la población en los PMA no está al tanto de estas innovaciones, lo cual perpetúa un paradigma de desarrollo en el que "el ganador se lo lleva todo".
El Foro asegura que es vital que la digitalización se enfoque en ser inclusiva, especialmente en los PMA, donde el acceso a tecnologías digitales puede marcar la diferencia entre el progreso y el estancamiento. Por ejemplo, en Vanuatu y Timor-Leste, la implementación de ventanillas únicas electrónicas para la facilitación del comercio ha demostrado ser un éxito en la reducción de emisiones de CO2 y en la mejora de la eficiencia administrativa. Sin embargo, estos beneficios solo son alcanzables para quienes tienen acceso a las herramientas digitales necesarias. Las iniciativas que no consideren la inclusión de los excluidos, corren el riesgo de ampliar la brecha digital y socioeconómica, señala el WEF.
Por lo tanto, el organismo asegura que la digitalización no solo debería centrarse en optimizar los procesos de negocio y mejorar la transparencia en las cadenas de suministro, sino también en crear oportunidades para quienes no pueden acceder a este tipo de tecnologías puedan integrarse en esta nueva economía. En países como Bután, donde la digitalización de procesos agrícolas ha beneficiado a los agricultores con mayor transparencia de precios y menores costos de transacción, el impacto podría ser aún mayor si se lograra una inclusión digital más amplia.
En Bangladesh, por ejemplo, el desarrollo de centros de innovación para la capacitación en tecnologías avanzadas está preparando a las empresas locales para cumplir con estándares internacionales. No obstante, la falta de acceso a estas tecnologías para una gran parte de la población limita el potencial de estas iniciativas para generar un impacto verdaderamente transformador.
Aunque varios proyectos de trazabilidad digital en Etiopía, Nepal y Ruanda están mejorando la transparencia y la certificación de productos, como el café y el té, se convierte en una necesidad que estos esfuerzos se extiendan a las comunidades más marginadas. Solo así se podrá evitar que la digitalización reproduzca o incluso acentúe las disparidades económicas y sociales existentes.
De acuerdo con el WEF, la digitalización de las cadenas de suministro tiene un gran potencial para impulsar la sostenibilidad global. Aunque, para que estos avances sean verdaderamente efectivos y justos, es esencial que se promueva la inclusión digital en los PMA, garantizando que nadie quede atrás en esta transformación.