Ciudad de México,
Martín Olivera
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El 3 de octubre de 1990 a las 00:00 horas, la República Democrática Alemana dejó de existir y su territorio se integró en la República Federal Alemana, poniendo fin a cuatro décadas de división. A 35 años de aquel momento histórico, la unidad política contrasta con persistentes diferencias sociales, económicas y políticas entre el este y el oeste de Alemania.
La caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 representó un punto de inflexión que abrió paso a reformas democráticas en la RDA. Tras las primeras elecciones libres del 18 de marzo de 1990, se iniciaron negociaciones que culminaron con la firma del tratado de reunificación el 31 de agosto de ese año. Este documento, de más de mil páginas y nueve capítulos, reguló la integración y estableció la vigencia de la Constitución de la RFA en los territorios orientales.
El proceso de reunificación contó con el aval de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética, que aceptaron la incorporación del país a la OTAN. Sin embargo, la transición fue acompañada de una crisis económica en el este. La liquidación de unas 3.700 empresas estatales provocó la pérdida de entre uno y dos millones y medio de empleos, mientras la adopción del marco occidental transformó la vida cotidiana de millones de ciudadanos.
Tres décadas y media después, los datos muestran que las desigualdades regionales se mantienen. Los trabajadores del este perciben en promedio un 10% menos de ingresos y dependen más de prestaciones sociales. Además, la población se encuentra más envejecida en contraste a los estados occidentales. Elisabeth Kaiser, comisionada del gobierno alemán para Alemania del Este, señaló en su informe anual: "La riqueza también es menor en el este a diferencia del el oeste". Luego subrayó: "hasta la fecha, los jóvenes del este se encuentran en desventaja, porque la riqueza se transmite principalmente por herencia".
Estas diferencias económicas se reflejan en el ámbito político. En las elecciones generales más recientes, Alternativa para Alemania (AfD) se convirtió en la fuerza más votada en todos los estados federados orientales, salvo Berlín. Paradojicamente, el partido de extrema derecha logró convencer al electorado de la región que alguna vez fue comunista, alcanzando el 38,6% de los votos en Turingia y el 37,3% en Sajonia. En la ciudad de Brandeburgo obtuvo el 32,5%, confirmando su crecimiento en la región. El copresidente Tino Chrupalla afirmó tras conocerse los resultados: "El resultado de las elecciones también es una advertencia a los demás partidos para que no sigan excluyendo a la AfD".
La persistencia de desigualdades, junto con un mapa electoral fragmentado, indica que el camino hacia la plena integración social y política sigue en curso. El 35 aniversario de la reunificación alemana muestra avances en modernización y desarrollo económico, pero también revela que la memoria de la división aún marca la identidad colectiva del país.
Contenido actualizado el 03-10-2025 10:41