Ciudad de México,
Ali Figueroa
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Ante la ola de información sobre el brote de coronavirus que circula en los principales medios de comunicación, desde de las fuentes oficiales, como los institutos de investigación y universidades, hasta fuentes no oficiales, como las redes sociales y los foros de discusión, la interrogante del origen de la cepa 2019-nCoV se ha vuelto uno de los temas centrales en la divulgación e investigación sobre el virus en cuestión, ya que esta cepa ha generado una crisis de salud a nivel global cuyas repercusiones se suscitan en materia económica, social y geopolítica.
Una de las posturas con mayor difusión entre medios y académicos consiste en rastrear las similitudes de nucleótidos, elementos centrales en el código genético de los virus, para determinar los parentescos entre las distintas cepas y plantear candidatos de contagio; con base en las observaciones de parentesco en las secuencias de nucleótidos, cuyo campo le corresponde al estudio de la filogenia, se ha especulado que la mutación del coronavirus proviene del murciélago, debido a la similitud de las secuencias entre la cepa 2019-nCoV y el SARS (Síndrome respiratorio agudo y grave), del 75.9%, como indica un estudio publicado por bioRxiv, a cargo del investigador Shi Zheng-Li, miembro del Instituto de Virología de Wuhan.
No obstante, de acuerdo con el comunicado de Rodrigo Medellín, investigador titular del Instituto de Ecología de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), la evidencia que apunta a los murciélagos como el principal vector de transmisión viral y el origen de los contagios en China, en especial con respecto al SARS, no tiene fundamentos y se ha difundido entre campañas de desinformación, con la intención de generar pánico, redes de fake news, desprestigiar a los murciélagos, evadir responsabilidades, entre otros.
Asimismo, la postura que pone en tela de juicio el vínculo directo entre los murciélagos y las crisis de salud por contagios, encuentra otros nichos de investigación, específicamente a propósito del vínculo entre coronavirus 2019-nCoV y SARS, entre los que figuran la American Association for the Advancement of Science (Asociación Americana para el Progreso de la Ciencia), las universidades de Shandong, la Chinese Academy of Sciences (Academia China de las Ciencias), y la revista británica The Lancet (La Lanceta).
En una visualización de datos a cargo de Trevor Bedford, especialista en biología computacional, en colaboración con Shi Zheng-Li, hay una variación substancial entre las secuencias de nucleótidos del SARS de murciélagos, denominado RaTG13, y el coronavirus 2019-nCoV. La evidencia entre las familias y las secuencias de nucleótidos sugiere que la mutación entre las cepas requiere décadas de recombinación, además supone un ancestro en común para entender el nexo; no obstante, debido a la rapidez de la propagación, y la ausencia de murciélagos en el mercado de mariscos de Wuhan, al que se le adjudica el punto cero de contagio, la búsqueda por un origen de la mutación no puede determinarse por mera proximidad.
La diferencia entre los nucleótidos apunta a la existencia de un eslabón perdido en el vector de transmisión, un tercer elemento, o mediador, entre los humanos y los murciélagos; con base en las variaciones del material genético, la velocidad de contagio entre humanos, y la ausencia de murciélagos en el mercado de Wuhan durante la temporada del contagio oficial emitida por el gobierno de China, las posibilidades de que el contagio se haya originado directamente en los murciélagos es poco probable, en especial al considerar que los virus con cadenas largas de ARN (Ácido Ribonucleico), como las variedades de coronavirus, tienen altas capacidad de mutación y el origen puede variar entre las especies.