Ciudad de México,
Marisa Silva
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress)
El Plan de infraestructura en energía que presentará en los próximos días el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, genera inquietud e incertidumbre no solo en México pues la industria energética extranjera se ha preocupado al punto de congregarse para debatir sobre cómo sortear el futuro de las inversiones millonarias pactadas en la administración anterior.
López Obrador anunció, en diciembre de 2018, los ejes que definirían la estrategia en materia energética de su administración: incrementar la producción interna de petróleo, rescatar a Pemex e impulsar la industria hidroeléctrica en el país. La meta ha sido desde entonces que México sea energéticamente autosuficiente y deje de adquirir producto importado de Estados Unidos.
Para dicho fin, el gobierno actual lanzó una campaña mediática que invita a consumir gasolina de Pemex y no de empresas como Shell, Exxon Mobil, BP y Chevron; también se ha prohibió a Pemex compartir su infraestructura con empresas petroleras privadas, y las subastas de petróleo y gas han sido pospuestas bajo el argumento de que las empresas extranjeras de esos ramos con contratos en México deberán demostrar resultados antes de entrar a una nueva licitación.
Acciones como estas han provocado que diplomáticos, específicamente de Estados Unidos, Canadá y países de la Unión Europea como España, Francia, Italia, Países Bajos y Alemania, se reunieran esta semana en privado para sostener una discusión sobre cómo enfrentar las nuevas políticas energéticas mexicanas, que han comenzado a dañar los acuerdos convenidos en los millonarios contratos firmados bajo el cobijo de la antigua reforma energética de Enrique Peña Nieto, expresidente de México.
Cabe recordar que en 2013, el expresidente Peña Nieto presentó una iniciativa de reforma energética que fue aprobada por el Senado en octubre de ese mismo año. El eje principal de esa reforma fue modernizar la industria petrolera mexicana, abriendo el mercado a empresas privadas; pues tanto Pemex como la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se consideraban insuficientes para satisfacer las necesidades energéticas del país.
Esta reforma reemplazó a otra que el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa propuso en 2008 con la misma premisa de abrir la exploración y explotación de petróleo a la inversión extranjera; sin embargo, la oposición política de izquierda de la época nunca permitió que dicha iniciativa de reforma prosperara.
A poco más de un año de la administración lopez-obradorista se observan pocos cambios sobre la reforma actual: el inicio de la construcción de la refinería en Dos Bocas, Tabasco; una promesa constante de modernizar las 60 hidroeléctricas que hay en el país y el giro de instrucciones para frenar la injerencia extranjera en el rubro energético, injerencia aceptada por algunos el sexenio anterior.
En conclusión, la reunión internacional celebrada recientemente enciende un foco rojo de lo que podría significar a nivel económico una reforma energética que espera alcanzar una producción de 2.4 millones de barriles de petróleo provenientes de refinerías de Pemex para 2024, cuando actualmente apenas produce 1.8 millones en México.