Ciudad de México,
Ali Figueroa
Crédito foto: Anna Auza on Unsplash
La pandemia de Covid-19 se ha convertido en un factor decisivo de cambios sociales, económicos y geopolíticos en todo el mundo, desde las modificaciones en los precios del crudo, hasta las elecciones presidenciales de Estados Unidos; no obstante, uno de sus efectos más importantes en materia de salud pública y bienestar, se da sobre la producción y distribución de alimentos, lo que repercute como un aumento de la malnutrición entre la población más vulnerable.
De acuerdo con la investigación sobre políticas, disponibilidad, y distribución de alimentos realizada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), titulada Seguridad de Alimentos y Nutrición en el Mundo, la situación de pandemia por Covid-19 se ha vuelto un factor de riesgo que podría llevar a 132 millones de personas a la hambruna, en tanto afecta también a los sectores productores y provoca escasez de insumos frente a una situación de pobreza que se extiende por el mundo.
En el caso de América Latina y el Caribe, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que 10 millones de personas podrían terminar en situación de hambruna, debido a los estragos geopolíticos, económicos, y sociales del Covid-19; pero, principalmente, por la respuesta deficiente de gobiernos e instituciones, ya que el descenso de los casos de hambruna se encuentra lejos de de ser una realidad desde antes de la crisis sanitaria.
Según los especialistas de la ONU y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), los indicadores económicos de 2020 muestran una contracción general de -5.3% para la región. Asimismo, las repercusiones de la crisis sanitaria sobre estos indicadores, así como su reflejo en la sociedad, requieren mayor atención y revisiones, en especial respecto a sus efectos en la actividad económica, pérdida de empleos por la cuarentena y afectaciones en las vías de distribución, remesas, y modificaciones en los sectores más vulnerables de la población, que no cuentan con acceso a servicios de salud ni alimentación adecuada.
Frente a este escenario de precariedad en la vida de millones de personas en todo el mundo, y la amenaza de que empeoren durante la crisis sanitaria, es fundamental que se refuercen las medidas para combatir la desnutrición con la participación de los gobiernos e instituciones correspondientes; de lo contrario, el Índice de Prevalencia de Desnutrición (FAO, por sus siglas en inglés) podría ascender de 7.4% a 9.5% en regiones como América Latina, según elabora la publicación del UNICEF.