(Tomas Castelazo: CC BY-SA 4.0) (foto sin cambios)
El 11 de octubre del 2021, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, leyó durante la rueda de prensa matutina una carta dirigida a López Obrador por parte del presidente estadounidense, Joe Biden. En esta carta, ambos se comprometieron a atender la actual crisis migratoria que experimentan grupos refugiados de Haití, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Venezuela, Cuba y Guatemala. Estos hechos preceden a la renuncia del enviado especial estadounidense para Haití, Daniel Foote, quién no quería asociarse con los crueles tratos recibidos por los migrantes por parte de Estados Unidos.
Daniel Foote, fue asignado como embajador en Haití en julio del 2021 para brindar apoyo a la nación después del asesinato de su presidente, Jovenel Moïse. La situación enfrentada por el país caribeño empeoró tras la muerte de Moïse y gracias al terremoto que dejó más de 2000 muertos el pasado 14 de agosto del 2021. Mucha de su población migró a otros países latinoamericanos, pero posteriormente se encaminaron a Estados Unidos, ya que muchos no lograron conseguir trabajo ni un estatus migratorio legal.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos detuvo solo en julio del 2021 a 212.000 indocumentados, esto demuestra cómo el flujo migratorio ha llegado a niveles históricos. Las cifras reflejan la ineficacia del sistema migratorio que ha sido incapaz de atender las necesidades de grupos vulnerables afectados por la inestabilidad económica y política de sus países de origen.
"No estaré vinculado con la inhumana decisión de Estados Unidos de deportar a miles de refugiados haitianos e inmigrantes ilegales a Haití, un país donde los funcionarios estadounidenses están encerrados en instalaciones protegidas debido al peligro creado por grupos armados que controlan la vida cotidiana" denunció Foote. El exembajador señaló la defectuosidad de las políticas estadounidenses y afirmó que era vital tomar acciones certeras e inmediatas para combatir la crisis migratoria.
Joe Biden y López Obrador decidieron que la forma más sostenible de regular el flujo migratorio era abordando la falta de oportunidades económicas, la corrupción, la desigualdad y la violencia que enfrentan los países latinoamericanos. El presidente mexicano solicitó el apoyo de Biden para fomentar programas sociales como Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrando Vida con la intención de llevarlos a Centroamérica. Estos programas pretenden brindar oportunidades y capacitación laboral a jóvenes y grupos vulnerables, de esta forma se podrían mejorar las condiciones de vida de miles de personas.
De igual forma, el presidente estadounidense prometió que habría un incremento en la inversión en México y Centroamérica para atender las problemáticas causantes de la migración forzada. También pidió 861 millones de dólares al Congreso para el 2022, con los cuáles pretende crear programas para combatir la inseguridad, la violencia y la desigualdad en Latinoamérica. López Obrador insistió en que se otorgara visas temporales de trabajo para fomentar la creación de oportunidades laborales pero Biden ha sido ambiguo e incierto ante esa demanda.
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