Sudán se desangra ante una de las guerras más atroces de la historia de África

 03-11-2025
Martín Olivera
   
Portada | Internacional
Foto: Naciones Unidas

Foto: Naciones Unidas

La reciente toma de El Fasher, capital de Darfur del Norte, por las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) desató una nueva ola de violencia documentada por organismos internacionales. Naciones Unidas confirmó que las atrocidades cometidas por este grupo armado se suman a una serie de crímenes sistemáticos que afectan de manera crítica a la población civil.

Desde el 23 de octubre, cuando las RSF ocuparon la ciudad, se denunciaron ejecuciones sumarias, asesinatos masivos, violaciones, saqueos, secuestros, ataques a trabajadores humanitarios y desplazamientos forzados. La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (ACNUDH) afirmó que estos hechos constituyen "violaciones flagrantes del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos", según indicó el portavoz Seif Magango.

El mismo vocero detalló que en el Hospital de Maternidad Al-Saudi y en otros centros médicos improvisados fueron ejecutados pacientes enfermos y heridos. "Los hospitales deben ser lugares de protección, no de muerte", declaró Magango. En paralelo, la ONU recibió informes de violencia sexual contra al menos 25 mujeres, violadas en grupo dentro de un albergue para desplazados, cerca de la Universidad de El Fasher. "Testigos confirman que miembros de las RSF seleccionaron a mujeres y niñas y las violaron a punta de pistola", señaló el funcionario.

Dicho avance de las RSF fue acompañado por ataques sistemáticos contra instalaciones sanitarias. La Organización Mundial de la Salud (OMS) denunció que solo en octubre el Hospital de Maternidad fue atacado cinco veces. Teresa Zakaria, responsable de operaciones humanitarias, informó que el 28 de octubre murieron más de 460 pacientes y familiares, mientras seis trabajadores de salud fueron secuestrados. "Las personas mueren por falta de atención básica y medicamentos", indicó Zakaria.

La situación dejó a El Fasher sin presencia humanitaria, bajo un bloqueo total de telecomunicaciones y con acceso restringido para la asistencia internacional. Según datos de la OMS, menos de la mitad de los centros médicos en Sudán siguen funcionando, mientras que el 40% cerraron completamente.

En Ginebra, el portavoz de la ONU Rolando Gómez recordó que el Consejo de Seguridad exigió a las RSF levantar el asedio de El Fasher y cesar los combates de inmediato. Asimismo, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, instó a los Estados con influencia sobre las partes en conflicto a "frenar el flujo de armas y garantizar la protección de la población civil".

La caída de El Fasher profundizó una crisis que ya desplazó a millones de personas. La mayoría buscó refugio en zonas rurales, otras cruzaron fronteras hacia Chad, Sudán del Sur o Etiopía. Esta situación genera presión sobre los países vecinos, cuyos sistemas de salud y servicios básicos enfrentan limitaciones para responder ante la llegada masiva de personas desplazadas.

A medida que el conflicto se prolonga, surgen nuevas interrogantes sobre el futuro inmediato. ¿Hacia dónde podrán huir los próximos desplazados si los países fronterizos alcanzan su límite? ¿Qué mecanismos internacionales pueden evitar que esta emergencia escale aún más en la región?

Tras dos años del inicio de la guerra, el país sigue inmerso en una espiral de violencia sin una salida clara. El Fasher se convierte así en el epicentro de una crisis cuya magnitud aún no terminó de revelarse.




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