IKEA, el gigante sueco del mobiliario, anunció un acuerdo para aportar 6 millones de euros a un fondo gubernamental de Alemania que compensará a víctimas de trabajos forzados durante la dictadura comunista de la República Democrática Alemana (RDA). Esta medida, recibida positivamente por activistas de derechos humanos, podría ejercer presión sobre otras empresas occidentales que también se beneficiaron del trabajo de prisioneros en la RDA.
Durante la Guerra Fría, numerosos presos políticos en la Alemania del Este fueron obligados a realizar trabajos forzados en diversas industrias, incluyendo la fabricación de muebles para IKEA, según una investigación de Ernst & Young. La auditoría reveló que, desde los años 70, la empresa posiblemente estaba al tanto del uso de prisioneros para su producción. Los reclusos, en su mayoría encarcelados por oponerse al régimen comunista, laboraban en condiciones precarias y bajo la vigilancia de la policía secreta de la RDA, la Stasi.
El acuerdo entre IKEA y la Unión de Asociaciones de Víctimas de la Dictadura Comunista (UOGK) se alcanzó después de años de negociaciones. En su comunicado, Walter Kadner, director general y de sostenibilidad de IKEA Alemania, expresó que la empresa "lamenta profundamente" haber utilizado productos fabricados por presos políticos en la RDA, comprometiéndose a contribuir en la "prestación de apoyo" a las víctimas.
El fondo de ayuda para las víctimas, propuesto en 2021 y respaldado por el parlamento alemán, busca reconocer las injusticias que sufrieron miles de personas bajo el régimen comunista, incluyendo las cicatrices psicológicas que aún persisten. Dieter Dombrowski, presidente de la UOGK, calificó el gesto de IKEA como "innovador" y expresó su esperanza de que otras empresas sigan este ejemplo de responsabilidad histórica y social.
La medida, además, es vista como un primer paso hacia el reconocimiento y apoyo a quienes fueron explotados laboralmente en la RDA. Evelyn Zupke, representante de las víctimas en el Parlamento alemán, declaró que aunque el sufrimiento de los prisioneros no puede deshacerse, acciones como las de IKEA representan un "enfoque responsable" para abordar estos capítulos oscuros.
Este acuerdo establece un precedente en la búsqueda de justicia para las víctimas del trabajo forzado en la RDA y abre la posibilidad de que más empresas enfrenten su pasado en relación con la explotación laboral durante la Guerra Fría.