Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
"Nuestro mundo actual consiste en el saqueo legalizado, además del saqueo ilegal", afirma el Instituto Mises para argumentar que los problemas de la época se deben en gran medida a una estructura económico-social basada en el robo y el fraude. En el mismo sentido, las políticas del estado son apreciadas como la institucionalización del saqueo. Los contribuyentes, lejos de "contribuir", son ordeñados por el Estado para alimentar a las instituciones gubernamentales.
Frédéric Bastiat, economista francés del siglo XIX, establece que la diferencia entre el saqueo y la ganancia radica en los medios para obtener recursos. En el primer caso, la ganancia se obtiene de un comportamiento industrioso en donde un bien se cambia por otro. Mientras, en el saqueo se hace uso del robo, la coerción o el fraude para hacerse de la propiedad o recurso.
Si bien, el pensador señala que la mayor parte del saqueo es ilegal, el Estado es una importante excepción a esta. Pues las organizaciones políticas, al tener el monopolio de la "fuerza legítima de la violencia", se encuentran en una posición privilegiada para beneficiarse del saqueo.
Fuerza legítima de la violencia
De esta forma, un ejemplo de la manera en la que el saqueo es institucionalizado por los Estados, son los impuestos. Esto, pues, es una contribución obligatoria instituida por las organizaciones políticas hacia los ciudadanos y las empresas. Muestra de como los estados hacen uso de la "fuerza legítima de la violencia" es que en diversos países el no pagar impuestos tiene como consecuencia algún tipo de sanción. La cual puede ir desde la incautación de bienes hasta el encarcelamiento. Por lo cual, Mises señala, "de esta forma el Estado opera de manera similar a como lo haría una pandilla, o pagas o se desata violencia contra ti".
En esta línea de pensamiento, los estados han configurado modelos para disfrazar el verdadero efecto de los impuestos. Pues si estos fueran considerados impositivos o un abuso por parte del Estado, desembocaría en disconformidad o levantamientos por parte de la población. Así, el saqueo es disfrazado como la financiación de bienes en materias de seguridad nacional u otras políticas aparentemente nobles. Sin embargo, esto siempre atienden a la preferencia de un burócrata por sobre la de quienes pagan impuestos. De modo que "los Estados empobrecen a las sociedades que controlan en lugar de beneficiarlas".
Así, para Mises, el saqueo institucionalizado y el ilegal son perjudiciales para la sociedad. Por lo cual, argumentan, la relación productor-consumidor y estado-contribuyente debería basarse en intercambios que beneficien a ambas partes, es decir, en la ganancia. Esto requiere frenar los modelos donde se amplía el poder del estado y así, crear una sociedad donde nadie acuda al saqueo.
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