La ética agrícola mexicana conquista cuatro continentes

 18-10-2025
Francisco Vicario
   
Portada | Negocios
Foto: Sergio F Cara (NotiPress)

Foto: Sergio F Cara (NotiPress)

Aplicar principios éticos en la agricultura ha sido clave para el crecimiento global de Grupo Molina, una empresa mexicana con más de 12 mil colaboradores y operaciones en cuatro continentes. Su modelo de gestión integra responsabilidad social, educación y profesionalización, lo cual permitió su consolidación como un referente de agroindustria con impacto humano.

Fundado en valores transmitidos por generaciones, el grupo mantiene un enfoque centrado en el desarrollo de sus trabajadores. "Sembrar personas, no solo uvas", es una de las máximas que guían su filosofía, basada en la cercanía y el acompañamiento, legado directo del padre de Marco Antonio Molina, impulsor del trato humano con los empleados.

Según el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE Business School), esta ética organizacional posibilitó construir estructuras sólidas que acompañan el crecimiento. La responsabilidad social se traduce en escuchar a los colaboradores, atender sus necesidades y formar equipos con visión de largo plazo.

Durante una conversación entre Francisco Soto, profesor del área factor humano del IPADE con Marco Antonio Molina, presidente del consejo de Grupo Molina y Javier Molina, director general de la firma, abordaron los asuntos éticos en las empresas. Javier Molina explicó que "para crecer se necesita una cantidad increíble de mano de obra" y ante la limitación de conseguir personas, explicó, "si quieres seguir creciendo, se tiene que automatizar muchas cosas". Esto le dio un giro a la firma donde su foco fue cultivar personas, no uvas.

Así, la transmisión de valores y educación continua son pilares del modelo. La empresa implementa programas de alfabetización, capacitación y formación en valores, con el objetivo de mejorar el clima laboral y facilitar la convivencia entre personas de distintas culturas y niveles educativos. El origen de esta práctica orientada a los valores y la ética se remonta a la juventud de Marco Antonio Molina. El presidente del consejo explicó que su padre fue un gran consejero, con colegas, clientes pero también con los colaboradores. De allí nació la observación que condujo al grupo empresarial a adoptar la ética como un pilar fundamental del negocio.

Es muy importante para nosotros nuestro departamento de responsabilidad social. Que tenga el contacto continuo con la gente, explicó Marco Antonio

El proceso de expansión también requirió profesionalizar la operación. Con apoyo de una firma con sede en Madrid, Grupo Molina logró establecer consejos familiares y administrativos, además de funciones claras en cada área. Esta institucionalización fue respaldada por certificaciones internacionales que habilitaron el ingreso a nuevos mercados.

Actualmente, el grupo mantiene convenios con cadenas de supermercados que, mediante acuerdos éticos, reintegran recursos destinados a mejorar la calidad de vida de los empleados y sus familias. Este esquema de reinversión demuestra que un modelo basado en valores puede traducirse en resultados tangibles.

Las certificaciones no solo validan prácticas responsables, también operan como barreras de entrada competitiva. Gracias a ellas, la empresa ganó presencia en Norteamérica y otras regiones, alineando su operación con estándares internacionales exigentes.

Para Javier Molina, "la ética paga". Así describe los beneficios para las empresas de llevar acciones de capacitación y apoyo a los colaboradores, como educación o resolver problemas pequeños que quizá no sean relevantes para la empresa pero si para las personas.

La visión de largo plazo contempla un México posicionado como potencia alimentaria global. Para lograrlo, Grupo Molina apuesta por innovación tecnológica, automatización ante la escasez de mano de obra y continuidad en su modelo humano, con el objetivo de que la ética continúe siendo un activo rentable.




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