Ciudad de México ,
Sergio F Cara
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Una capacidad sensorial atribuida al personaje ficticio Buck en El llamado de lo salvaje, de Jack London, fue confirmada científicamente más de un siglo después: los perros pueden detectar radiación térmica débil con la nariz.
Estudios de las universidades de Lund (Suecia) y Eötvös Loránd (Hungría) concluyeron que los caninos poseen un sentido infrarrojo que les permite percibir el calor corporal de otros mamíferos, una habilidad útil incluso cuando la vista, el oído o el olfato están comprometidos. La investigación fue publicada en Scientific Reports, revista de Nature Research.
Los investigadores entrenaron a tres perros para elegir entre un objeto cálido (31 °C) y otro a temperatura ambiente, colocados a 1,6 metros de distancia. Según los resultados, "los perros no pudieron ver ni oler la diferencia entre estos objetos", pero detectaron con éxito el que emitía calor. Luego, se realizaron pruebas doble ciego para confirmar los hallazgos.
En paralelo, se escaneó el cerebro de 13 perros de distintas razas mediante resonancia magnética funcional. Los datos mostraron una respuesta notable en la corteza somatosensorial izquierda —la región cerebral que recibe señales desde la nariz— cuando se expusieron a estímulos térmicos cálidos. Los científicos identificaron un grupo de 14 vóxeles activos en ese hemisferio, sin equivalentes en el derecho ni ante estímulos neutros.
"Esto proporciona otra ventana más a los mundos sensoriales de las narices frías altamente evolucionadas de los perros", declaró Marc Bekoff, profesor emérito de la Universidad de Colorado, Boulder. La zona húmeda y fría de la nariz, conocida como rinario, es rica en terminaciones nerviosas, lo que fortalece la hipótesis de que también funciona como sensor infrarrojo.
El dato literario toma relevancia por la descripción que London hizo de Buck, el perro de trineo que rastreaba a sus presas "no por la vista, el oído o el olfato, sino por algún otro sentido más sutil". Según los científicos, esta capacidad podría haber sido heredada del lobo gris, antepasado del perro doméstico.
Ronald Kroger, de la Universidad de Lund, sugirió "revisar la biología de los animales de presa teniendo en cuenta que los depredadores tienen capacidad de detección de calor corporal". Aunque su alcance en cacería a larga distancia está en debate, el hallazgo redefine cómo se entienden las habilidades sensoriales caninas.