Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Gustavo Torres (NotiPress/Composición)
El Dr. Merten Reglitz, profesor asociado de Filosofía en la Universidad de Birmingham, presenta enfoque sobre por qué las instituciones públicas deberían reconocer un nuevo derecho humano al libre acceso a Internet y cómo podría ser ese derecho. En su nuevo libro, "El acceso libre a Internet como derecho humano" publicado el 21 de noviembre por Cambridge University Press, propone que las instituciones públicas reconozcan este derecho y define los principios necesarios para garantizar su cumplimiento global.
Según el Dr. Reglitz, el acceso a Internet es indispensable para la vida moderna, siendo esencial para el trabajo, las relaciones, la educación, los servicios y la libertad de expresión. Sin embargo, señala que el uso de Internet enfrenta numerosos desafíos, como censura gubernamental, vigilancia, mal uso por parte de empresas privadas y desigualdad en el acceso.
"Algunos Estados limitan en gran medida el acceso digital de sus poblaciones para limitar las críticas y monitorear la actividad. También tenemos plataformas de redes sociales en su mayoría no reguladas que dominan el mundo digital y recopilan datos con fines de lucro, por no mencionar los usuarios de Internet que dañan a otros en línea", afirmó Reglitz. El autor argumenta que este derecho debería garantizar la protección contra interferencias arbitrarias, incluidas las restricciones por actores estatales y privados, además de promover una infraestructura adecuada para todos.
En su obra, Reglitz propone un proyecto de artículo que establece que "toda persona tendrá derecho a acceder y utilizar Internet sin interferencias arbitrarias de terceros". Asimismo, subraya que los gobiernos deben invertir en servicios digitales, banda ancha, acceso a teléfonos inteligentes y habilidades digitales básicas para superar la brecha digital.
"A pesar de que Internet es una parte vital de la vida moderna, el acceso sigue siendo desigual. Esto limita la capacidad de quienes permanecen fuera de línea para disfrutar plenamente de otros derechos humanos que el estar en línea ayuda a facilitar, por lo que los Estados deben proporcionar a los ciudadanos las herramientas que necesitan para conectarse", sostiene el autor. Además, reconoce que "estos requisitos pueden no ser asequibles para los países más pobres, pero una serie de obligaciones básicas mínimas los ayudaría a trabajar para lograr el acceso gratuito a Internet como un derecho humano".
A nivel global, la pobreza y la desigualdad representan las principales barreras para que un tercio de la población acceda a Internet. Reglitz plantea que los países deberían establecer estándares mínimos, como planes nacionales de banda ancha, desarrollo de redes públicas y adhesión a organizaciones internacionales para acceder a financiamiento que garantice un acceso justo.
"Los valores y las demandas incluidos en esta idea no son opcionales. Son necesarios para la premisa de que todos poseen la misma dignidad moral y tienen derecho a vivir una vida decente ", sostiene Reglitz. El autor concluye que garantizar este derecho no solo protegería la dignidad moral y el acceso a una vida decente, sino que también reforzaría los derechos humanos en un mundo digital en constante evolución.