Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
El Ejército de Estados Unidos otorgó una subvención de 2,1 millones de dólares a un equipo de investigadores de la Universidad de Arizona, liderado por Judith Su, profesora asociada de ingeniería biomédica y ciencias ópticas, para desarrollar una versión portátil del sensor químico FLOWER. Este dispositivo demostró tener una sensibilidad sin precedentes en la detección de compuestos en concentraciones zeptomolares, logrando captar partículas a niveles de hasta 600 por litro. FLOWER se destaca por su aplicabilidad en pruebas de drogas y diagnósticos de salud, pero el nuevo financiamiento busca adaptar su uso para proteger al personal militar en zonas de combate.
FLOWER, acrónimo de Frequency Locked Optical Whispering Evanescent Resonator (Resonador Óptico Evanescente de Susurro con Frecuencia Bloqueada), fue utilizado en fases de prueba para detectar agentes de guerra química. En la primera fase de la investigación, financiada con 2,8 millones de dólares por la agencia de reducción de amenazas de defensa, el dispositivo demostró su capacidad para identificar el DIMP, un subproducto del sarín, a concentraciones mínimas en el aire.
Este agente es un gas nervioso incoloro e inodoro, cuya detección es complicada sin la ayuda de tecnología avanzada, lo cual representa un gran riesgo para las tropas. Según la Dra. Su, FLOWER también detectó otros compuestos peligrosos como el óxido nítrico, el amoníaco y el formaldehído, y lo hace sin necesidad de etiquetar las muestras con compuestos fluorescentes o radiactivos, lo que facilita su uso y reduce costos.
La segunda fase de este proyecto está destinada a crear un prototipo que permita usar el sensor en el campo, de manera accesible para el personal militar sin experiencia técnica. Su explicó que el equipo se convertirá en un dispositivo portátil y fácil de operar, con indicadores de luz que muestran niveles de riesgo de compuestos químicos tóxicos en el aire. El objetivo es que el sensor pueda alertar rápidamente al personal sobre la presencia de gases tóxicos, incluso desde una distancia segura, brindando una ventaja crítica en situaciones peligrosas.
Euan McLeod, profesor de ciencias ópticas y colaborador de Su, subrayó que esta tecnología mejorará la seguridad militar al permitir una detección temprana y más precisa que otros dispositivos actuales. La miniaturización del sensor, prevista para los próximos tres años, incluirá mejoras en el consumo de energía, lo cual facilitará su implementación en entornos diversos.
Su proyecta aplicaciones de largo alcance para este dispositivo. "Si se puede fabricar un sensor portátil para el ejército, también puede ser útil en hospitales o en aplicaciones de atención médica en el hogar si se desea controlar la salud", señaló la investigadora. Esta tecnología podría funcionar con dispositivos móviles, ofreciendo lecturas inmediatas y precisas.