La IA está ocupando puestos de trabajo en la industria de los videojuegos

 17-10-2024
Axel Olivares
   
Foto: Alan Cortés (NotiPress)

Foto: Alan Cortés (NotiPress)

Mientras que varios ejecutivos se encuentran muy entusiasmados, muchos artistas, escritores y diseñadores ven una amenaza directa a sus medios de subsistencia con la repentina aparición de la inteligencia artificial. La industria de los videojuegos no es la excepción. Se calcula que solo en 2023 se despidió a 10,500 personas del sector. Para 2024, la situación empeoró para los empleados.

Los videojuegos son un mercado de casi 200 mil millones de dólares. Sin embargo, su personal se considera cada vez menos indispensable. Esta es una situación que atraviesa una gran gama de empresas. Microsoft, por ejemplo, propietaria de Xbox y casa matriz de varios estudios como Activision Blizzard, cerró Tango Gameworks y Alpha Dog Games en mayo de 2024. Mientras tanto, los sistemas de IA generativa creados por OpenAI y sus competidores se fueron filtrando en casi todas las industrias, desmantelando carreras enteras por el camino.

Pero el mundo de los videojuegos se encuentra especialmente en la mira de la IA. Luego de eclipsar Hollywood, la inteligencia artificial avanzó contra la industria gaming. Primero se introdujo sutilmente entre las tareas de los diseñadores hasta lograr dar un paso más. "Creo que todo el mundo la ha visto siendo utilizada, y es cuestión de cómo y hasta qué punto. El genio salió de la botella, la caja de Pandora está abierta", comentó a Wired una desarrolladora de videojuegos quien utiliza el seudónimo Violet.

En efecto, artistas, desarrolladores, diseñadores y trabajadores de todo el mundo del gaming observan un panorama precario para la industria que se ve ya presionada por el auge de la IA. Una vez que un empleado renuncia, es despedido o se jubila, no es reemplazado por otro. Aun así, los directivos no necesariamente buscan eliminar departamentos enteros sino más bien recortar gastos.

El papel de la IA en el diseño de videojuegos

La IA generativa es capaz de producir imágenes en 2D que los directores de estudios con costos ajustados podrían considerar "suficientemente buenas". Pero en tareas como la animación 3D y la programación son, al menos por ahora, mucho más difíciles de automatizar en su totalidad.

Aun así, eso no detiene a los directores ejecutivos quienes, de acuerdo con un informe de la consultora CVL Economics, el sector del videojuego relega más tareas a la IA generativa que sus homólogos de la televisión, el cine o la música. Su encuesta indica que casi el 90% de las empresas de videojuegos ya implementaron programas de IA generativa.

Qué dice la ley en este conflicto

Otro gran problema con la IA es el uso de propiedad intelectual sin licencia para entrenar sistemas de IA lo cual viola el derecho de autor. "Hay básicamente dos bandos", afirma Karla Ortiz, una artista que suele trabajar en la industria. "Las empresas que están en modo ‘Oh, demonios, no’, y las empresas que ven esto como ‘Oh, puedo recortar costos laborales’". Ortiz también es demandante en una querella colectiva por infracción de derechos de autor contra Stability AI, DeviantArt y Midjourney.

No todos, ni siquiera la mayoría, de los puestos de trabajo perdidos en la industria del videojuego fueron sustituidos directamente por sistemas de IA implantados por la dirección. Muchos estudios se lanzaron a la contratación masiva durante los primeros días de la pandemia de Covid-19, y se excedieron en el proceso. Otros se consolidaron, como Microsoft que adquirió Activision Blizzard en una operación récord en el sector del videojuego de 69,000 millones de dólares, e iniciaron despidos a raíz de ello. Otras siguieron el ejemplo de muchas grandes empresas tecnológicas y empezaron a recurrir a la subcontratación y al trabajo por contrato.

De todas formas, los diseñadores señalan un aspecto que los directivos pueden no tener en cuenta: los diseños generados por IA pueden no ser tan buenos o fiables. Este escenario desprovisto cada vez más de empleados plantea también el temor de que la demanda de reducción de costos por cantidad se imponga sobre la calidad




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